olor a melocotón

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La reunión había sido en un garito de mala muerte, en una zona alejada del centro. Donde los alfas de baja alcurnia se apelotonaban en los callejones y bares de la zona bebiendo y buscando algún omega al cual violar en algún lugar oscuro.

- Cancela los tratos con Hibiki. Mira que hacerme venir a este distrito de mierda.

Igarashi Daichi miraba con desprecio a su alrededor. Tal vez años atrás el clan formaba parte de la protección de aquel barrio. Pero ahora no ganaba nada por ello y no valía la pena perder tiempo y gente en aquello.
La reunión con Hibiki tampoco había salido como esperaba, se había encontrado con un alcoholizado hombre que no parecía comprender la situación en la que se encontraban.

- Ve a por el coche - Seguiría abierta la cafetería que había visitado aquella tarde? Ese lugar era lo único bueno que había visto en aquella zona.

Daichi reviso en su móvil los mensajes que se habían acumulado aquella nochea la espera de que llegara el chofer.
De la nada, un peculiar olor le hizo arrugar la nariz. Olía a omega, se podía percibir el miedo y la desesperación en el aroma.
Era fácil detectarlo al ser un alfa dominante.

- Tch!

Daichi siguió el olor hasta un callejón dos locales más allá. Se podían oír los lamentos del omega siendo forzado y el hedor de feromonas de alfas.
Más habría válido oler la mierda del callejón, que la peste de esos alfas.
Los olores se mezclaban pero destacaba el dulce aroma del omega, era como la armonía entre un batiburrillo desordenado y desastroso.

Daichi se quedó de pie mirando el desastre que se aproximaba. Saco un cigarrillo.

- ¿Qué es esto, una manada de perros peleando por un hueso? -. La luz del mechero iluminó su rostro mientras encendía el cigarrillo.

El joven parecía en shock, casi inconsciente.

Daichi soltó suavemente sus feromonas.
Los alfas se pusieron en guardia.

- Quién eres?

- Largo -. Daichi lo dijo con suavidad, pero su grave voz lo hizo sonar amenazante.

- Estábamos primero, búscate tu omega. Este es nuestro.

Daichi dio una larga calada al cigarro y expulsó el humo lentamente.
Tras eso lanzó el cigarro acertándole en la cara al alfa que sujetaba por detrás al joven omega, el cual termino de caer al suelo.
Otro de los alfas corrió hacia él, siendo esquivado con facilidad y cayendo en un montón de basura.

- Os habéis enfrentado a la persona equivocada - Daichi agarró por el cuello al último de los alfas -. Largaos de aquí.

Lanzó ese último hombre sobre el alfa al cual había esquivado segundos antes.
Los tres salieron corriendo dando tropezones entre la basura.

Daichi bajo la vista al bulto que se retorcía en el suelo. Su olor era más perceptible ahora que se había disipado el olor de los alfas, podía reconocer algo en aquellas feromonas.
Se agachó a su lado y comprobó su temperatura. El muchacho tenía fiebre causado por el celo. Tenía la camiseta rasgada y los pantalones sucios y casi quitados.

- Jefe! Jefe?! Que ocurrió aquí?

- Este omega está en celo.

Daichi agarró la mochila y rebusco en ella. Dentro la tarjeta de identificación mostraba sus datos.

- Llévame aquí, es donde vive.- lanzó la identificación y la mochila a su conductor.

Cogió al muchacho Haku, entre sus brazos y salieron del callejón.

• • •

En el coche el camino se hacía más largo. O al menos a Daichi le pareció eterno.
No es que ayudará el hecho de estar encerrado en un coche lleno de feromonas omega. El aguante de él tenía un límite y el bulto de su entrepierna no podía quedarse mucho más oculto.
En esos momentos el aroma del omega era más fácil de detectar, podía notarse los toques frutales y el dulzor se le pegaba en el paladar secándole la garganta.

- Jefe, estamos cerca.

- Bien.

Estaba inquieto. El omega de su lado se retorcía de dolor y murmuraba sin sentido.

El coche se paró al lado de un bloque de apartamentos destartalado y viejo.
Daichi bajo sin pensarlo dos veces. Pasó los brazos por debajo del pequeño omega.

- No, por favor -. Lloraba.

Subió las escaleras del complejo. Había sacado de la mochila las llaves. Haku se empezaba a retorcer en sus brazos.

- Quieto, así me lo harás más complicado.

- No.

Llagaron a la puerta y con dificultad consiguió abrirla. Para ese punto las feromonas de Haku eran tan fuertes que ni Daichi, quien tenía una gran resistencia podía aguantar mucho más.

Haku termino de zafarse de los brazos de Daichi y se arrastró por la casa.

- Mierda - Daichi se sujetaba la cabeza, estaba mareado y notaba el pecho apretado.
Apenas podía ver lo que hacía y todo se sentía nublado, pero podía oler el dulce olor de la fruta.

Daichi encontró en el suelo al omega, quien se había arrastrado hasta llegar al pequeño dormitorio, el sudor hacia que su piel brillara. Le arrancó los restos de camiseta y enterró el rostro entre sus omóplatos aspirando el olor. El dolor de su entrepierna aumentaba.
Le quitó el pantalón al omega y abrió sus nalgas, de su agujero salió un líquido viscoso.
Daichi enterró un dedo en él, dentro era suave, húmedo y estaba ardiendo.

- No...Basta - lloraba Haku, parecía que hubiera vuelto a sus sentidos.

Daichi introdujo otro dedo. El omega se retorció.

Daichi aflojó el nudo de su corbata y desabrochó su cinturón. Sintió un pequeño alivio cuando sacó su miembro de la prisión de sus pantalones. Rozo varias veces la entrada del omega antes de introducirla. Entro despacio disfrutando de cada centímetro de su interior, de su calidez.
El joven omega había aguantado la respiración, temía moverse, el dolor de su interior eran como punzadas que se extendían a lo largo de su cuerpo.

Daichi en cambio soltó un suspiro de placer, recorrió con las manos la espalda del omega. A la luz de la luna se veía blanca, sedosa y su olor lo estaba volviendo loco. Todo lo que había aguantado se había derrumbado en segundos. Su cabeza daba vueltas y solo podía seguir sus instintos.
Saco el miembro y esta vez penetró a Haku con rapidez.

- Aah! No!

Daichi se movía con velocidad dando fuertes embestidas. Aquel omega estaba apretado y abrazaba su miembro con cada estocada. Los gemidos del omega y su propia respiración eran los únicos sonidos en la habitación.

Haku seguía intentando zafarse, cada embestida que recibía era una sensación nueva y diferente, pero seguía sin querer aquello.

- Por favor.- Suplicó. A pesar de aquello el placer le ponía la piel de gallina y le arqueaba la espalda.
Haku movía las manos buscando un apoyo o algo a lo que agarrarse, tanteo por la mesa y arrastró el frutero con melocotones que cayeron al suelo.
Cada vez era más brusco y rápido.
Una sensación rara le inundaba el vientre y le subía por el estómago. Que era aquello?

-ah-ah-ah! No puedo más - Haku eyaculo sobre el suelo. Se sentía agotado, pero el alfa no parecía terminar.

Daichi comenzaba a recobrar el sentido, pero ya no había vuelta atrás. Sus ojos se clavaron en la nuca del omega y un ardor le recorrió la garganta y le hizo apretar la mandíbula.
Ya estaba violando al joven, no lo mordería. Pero el instinto le seguía ganando por mucho. Entrelazó los dedos con los del omega, quien no paraba de agitarse y lo inmovilizó.
Notaba como llegaba al clímax, la sensación de dolor y placer recorrió todo su cuerpo, sin darse cuenta se lanzó sobre él y mordió.

Todo el cuarto olía a melocotón.

Peach skinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora