olor a sol

31 5 0
                                    

Aquel día Haku tuvo numerosos diálogos internos sobre lo que le diría a Daichi. No podía dejar pasar esta oportunidad.

Se encontraba en el salón sentado en el sofá, expectante, esperando a que Daichi llegara a casa. Era la primera vez que estaba tan emocionado por su llegada y los minutos se hacían eternos

- Por qué tarda tanto? - le pregunto a Yurichi cuando este le trajo un tentempié nocturno -. No suele llegar tan tarde.

- Acaso el joven Haku conoce las horas de llegada del jefe?

- No. Por supuesto que no, que tontearías. - Haku desvió la mirada mientras mordisqueaba una galleta de canela.

Desde el ventanal del salón se vieron los faros del coche llegar por la entrada lateral. No pasaron ni unos minutos antes de que Daichi entrara por la puerta del recibidor.

Haku se levanto deprisa y salió del salón pisando fuerte.

- Buenas noches jefe, como fue el di...

- TÚ! - Haku cortó rápidamente el saludo de Yurichi.

- Que sorpresa, conseguiste salir de la cama - tenía dibujada en el rostro una pícara sonrisa.

- Lo de anoche fue, fue un - Haku sentía como se le iban las palabras, notaba como todo el guion que tenia preparado se le esfumaba de la mente. Se comenzaba a sentir frustrado.

- Me sorprende que lo recuerdes, estabas muy ido por el celo.

- No necesito recordarlo para saber lo que me hiciste. Debiste ignorarme!

- Lo intente, pero estabas expulsando feromonas como un loco y te encontrabas revolcándote en mi cama.

- D-de todas formas lo que hiciste estuvo mal.

- A mi me pareció que te encantó.

- ¡No me refiero a eso! - empezaba a sentirse realmente molesto -. Quiero que me compenses.

- Qué te compense yo a ti?

- Me has tomado dos veces en mi celo sin mi permiso. Y por una de esas veces esto - señalo su vientre -, esta en este estado y esto también- señalo todo a su alrededor -. Estoy literalmente secuestrado y quiero salir.

- Si te dejara salir ya no sería un secuestro, no te parece? - le bromeó Daichi.

Haku se cruzo de brazos y lo fulmino con la mirada, era tan pequeño y lindo.

- Tu me obligas ha tener este niño, pero no hay dormitorio, cuna o ropa. También necesito yo ropa, dentro de poco no me cabrá nada. Quiero salir a comprar, ya que lo tendré, no?

- Hare que alguien compre todo - no parecía muy contento de lo que estaba intentando hacer Haku.

- No! Quiero hacerlo yo, estoy en mi derecho como futura...madre - Haku notaba como su rostro se enrojecía de la vergüenza y eso parecía gustarle a Daichi.

- Esta bien. Cuándo quieres ir a realizar la compra?

- Mañana - saltó rápidamente Haku.

Daichi se masajeo la sien, era tan problemático.

- Mañana te acompañaran cinco de mis hombres y no se hable mas.

- Que sean dos, cinco llamarían demasiado la atención sobre todo vistiendo de esa forma. Quiero que vayan con ropa casual, no tengo ganas de que nos miren por la calle. También que estén a diez metros de distancia de mi.

- Un metro.

- Ocho.

- Un metro.

- Seis.

- Dos metros o puedes olvidarte de salir.

Haku sopesaba la idea y repasaba mentalmente todo lo que habían hablado por si se dejaba algo por decir.

- Trato hecho.

- Mañana después de comer te recogerá un coche y volverás antes de las ocho.

- Entendido.

Haku subió las escaleras contento de que su plan hubiera funcionado, hacía tiempo que no se sentía tan contento por algo.

- Qué acabo de hacer?

- Darle un poco de libertad a un ave enjaulada jefe.

- Siento que es insuficiente lo que hago.

- Tal vez lo sea.

- Acaso te estas poniendo de su parte? - preguntó Daichi con la ceja levantada.

- Para nada jefe.

Aquella noche Haku dormiría como un lirón mientras que Daichi dio vueltas sin apenas pegar ojo.

• • •

A la mañana siguiente Haku se levanto mas animado de lo habitual. No veía la hora de salir de allí. Entro en la cocina tarareando.

- Se le nota de muy buen humor esta mañana.

- Saldré al fin y no solo para ir al hospital a realizarme un chequeo.

- Por cierto, el jefe me dio esto para usted - dejo una tarjeta negra en la mesa -. Dijo que comprara todo lo necesario con esto.

- De verdad dejó esto para mi? - la miro desde todos los angulos -. Nunca había visto una, solo la tienen los super mega ricos.

Se le veía emocionado. Daichi estaría satisfecho cuando Yurichi se lo contara.

- Qué hora es?

- Es temprano, apenas acaban de dar las nueve de la mañana.

- Y cuanto falta para que me recojan?

- Joven Haku, aun falta para que vengan a por usted varias horas.

- Y por qué no puedo irme ya? - Hoy Haku se comportaba un poco mas consentido de lo normal.

- No es lo que acordaron anoche.

- Debería haberle dicho de salir por la mañana. Qué puedo hacer durante todo el día?

- Por qué no decide cual será el cuarto del bebé?

- Ahm, si claro, debería hacerlo - Haku no quería que supieran que su verdadera intención era dar esquinazo a los guardaespaldas e ir a la cafetería a ver sus compañeros. Los echaba de menos y apenas podía contarles nada por teléfono.

Estaba nervioso porque no sabía cómo reaccionarían al verle y debía explicarles como había terminado así. Pero no tenía la intención de ver ropa o muebles, solo quería saber cómo estaban sus amigos. Haría algunas compras para bajar la guardia y luego se marcharía.

Haku se termino el desayuno y se marcho al piso de arriba, sería mejor no levantar sospechas.

En el piso de arriba al otro lado del pasillo había dos dormitorios mas, abrió el que daba a las escaleras. Decidió sin muchas ganas que ese sería el cuarto del bebé. Estos dormitorios eran también de invitados, aunque no tenían una puerta interna que diera al baño como la suya, eran igual de espaciosas.

Se sentó en la butaca que había al lado de la ventana, desde allí se podía ver el jardín. La luz de la mañana iluminaba aquellos dormitorios, mientras que el suyo solo recibía la luz del atardecer. No estaba mal aquel sitio, llevaba casi dos meses allí y aun no había entrado a investigar, solo había abierto la puerta una vez y ya.

Sería un buen cuarto para el bebé, pensó.

Peach skinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora