Capítulo 10: Como Quiero A Los Gatos

556 76 36
                                    

Capítulo 10: Como Quiero A Los Gatos.
_

Se sentía... Extraño.

Habían pasado unos días después de aquella fiesta de viernes y los recuerdos de esa noche se reproducían tan claros, con tan buena calidad que eran difíciles de olvidar.

Las cosas con Dee se sentían diferentes.

A veces lo cachaba mirándolo con una sonrisa distinta a la acostumbrada y cuando sus miradas se cruzaban, se desviaban con velocidad. Y también sonreía mirando sus zapatos. Pequeña y chiquita. Talvez tímida.

Las discusiones también son diferentes. De pelear sin sentido, pasaron a lo mismo, discutir sin sentido, detenerse a reír a la mitad y perder el hilo pero sin que importará al final. Pero hasta la risa cambio. Era más suave, más callada, más divertida y con más roces en los dedos.

Las galletas de chocolate seguían sabiendo a galletas de chocolate pero también se las arreglaban para parecer un poco más ricas. Y la cajita de jugo sabor pera más deliciosa.

Se sentía extraño, sin embargo, no incómodo.

Las cosas con el Rubio De Coleta Esponjosa se sentían diferentes y le aterraba admitir ese que diferente le gusta.

El último día del segundo mes anunciaron la fecha de los exámenes finales. Lo que significa que solo tiene siete días para estudiar. Y tres de las mágicas clases de matemáticas con la Chica De Cabello Rosa Pastel.

El martes por la tarde, después de resolver los ejercicios y que el resultado fuera perfecto, según Diana, La Chica De Cabello Rosa Pastel le contó sobre la salida improvisada que tuvo con Dee el lunes luego de salir temprano.

Pero ella no parecía narrarlo con la misma emoción como lo hizo con la primera. Negó con la cabeza mientras Diana le explicaba porque Dee casi se caía, talvez solo era una alucinación.

Miércoles también por la tarde, en el penúltimo día se fueron a comer helado a aquella tienda que prometieron ir ¡Y Diana tenía razón! Los conos de vainilla con chipas de chocolates son riquísimos. Celebraron entre bromas y risas que Heavy aprendió todo antes de los exámenes.

Y Jueves. El último día se sentaron hablar en la mesa de la cocina que sí tuviera ojos hubiera visto los golpes y con oídos las risas.

Diana rompió la tensión y el silencio.

—Debemos hablar sobre... La Carta.

Porque es «La Carta», con mayúsculas.

—Tienes razón.

Y aún así ninguno parecía tan seguro. Cómo sí toda la determinación al inicio de la historia se hubiera ido al carajo. Lejos de ellos.

—Entonces... Dime lo que sientes.

Diana asintió. La vió respirar hondo con los ojos cerrados y dejó que pensará. Después de todo ahora le tocaba cumplir su parte del trato.

—Dee es lindo —comenzó y no pudo evitar rodar los ojos. Diana no le hizo caso— Es brillante, su sarcasmo a veces es divertido y sus ojos azules son como... Yo que sé ¿Que cosas son azules?

—El mar —dijo riendo.

—Es cliché —contestó la chica de Cabello Rosa Pastel con una mueca— Déjalo.

Soltó otra pequeña risa y Diana también río con él.

—Bueno —siguió Diana— Dee es... Dee.

Y esa declaración era tan real que volvieron a reír. Le gustaba eso de que los momentos con La Chica De Cabello Rosa Pastel no fueran tan serios en momentos serios.

Y así siguieron un rato hasta que Diana tuvo que irse. Le contó sobre sus sentimientos con metáforas y en algunos momentos con demasiados detalles que está seguro que ella también se perdió. Le dijo lo que sentía, eso está bien porque ya tiene lo que se supone que debe poner en la página de papel y por otro lado, fue tan vago e inseguro.

A la hora de la cena comió rápido mientras su madre degustando  una sopa instantánea lo miraba con una ceja alzada.

—Te vas atragantar —dijo Victoria señalando hacía su cara con el tenedor.

Solo eso bastó para que en cuestión de segundos casi muere ahogado por un fideo.

—Te lo dije —se burló su madre.

No habían trastes para lavar más que los tenedores ya que, por está vez, comieron algo que no involucró platos, vasos ni cacerolas.

Corrió hacía su habitación y cerró la puerta con un fuerte golpe. Desde la cocina gritaron «¡Más cuidado, niño!» que lo hizo estremecerse. Buscó los audífonos grandes que usa para jugar videojuegos y los conectó a su teléfono. Antes de sentarse en el pequeño escritorio sacó una página blanca sin mancha y lapicero negro.

Comenzó a sonar en ingles una playlist que recopila las canciones famosas de Tik Tok que encontró en Youtube. Movedizas y bailables. Aunque sabe que no sabe lo que dicen siente que están llenas de sentimientos.

Y pensó que era lo que debía escribir. La Chica De Cabello Rosa Pastel le dijo sus sentimientos. Le dió material para escribir ¿No? Amor, corazones, halagos y emociones...

Entonces, ¿Que escribir? Sí mientras Diana hablaba no vió la misma chispa del inicio. O es él el ciego que no lo notó.

Respiró hondo y soltó el aire en un suspiro largo. Cerró los ojos y dejó que la letra en ingles, que para nada es Rock, se moviera con el lapicero sobre el papel como en otras pocas veces había escrito.

_Sí alguien te gusta dicen que debes decírselo pero nadie dijo cuál es la forma correcta de hacerlo_

Y la página empezó a ser cubierta por letras fugaces pero que decidieron quedarse ahí.

_Eres alucinante, como una estrella o un payaso. Eso también funcionaria_

Soltó una risa ante eso último.

_Y tú maquillaje que parece que lo hizo alguien con demasiada experiencia en delineados perfectos, es perfecto._

Pensó que más debería mencionar. Escribió sobre sus ojos azules. Profundos y confusos.

Escribió «Me Gustas» en otros idiomas y eligió la sonrisa más bonita que tenía. Fue difícil porque todas eran tan buenas. La irónica, burlona y sarcástica que aprendió a diferenciar. Quizás la sonrisa de los últimos días o la que expresaba lo divertido. Pero al final decidió por la mejor.

_La que haces cuando me miras a mí._

Agregó otras cosas e intentó recordar las mejores canciones para dedicarle. Pero ninguna le quedaba tan perfecta como el delineado negro. Pensó en las palabras de los cantantes que expresaban experiencia en el amor pero ninguna hizo justicia.

_Hay tantas cosas que debería hacer ¿Sabes?

Pero es tan difícil._

Escribió otro poquito más. Con una sonrisa en los labios y mirada tímida como sí alguien lo viera escribir.

Y al final terminó con la frase de oro. Con la oración perfecta y la dedicatoria. La carta se entregará en persona así que no hay necesidad de escribir el «De:...»

_Me gustas tanto como quiero a los gatos, y ey, sabes que eso es mucho.

Para: Dee._

Declaración.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora