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―¡Aquí es! ―repuse bruscamente, soltando la mano de Patrick.

El auto se detuvo suavemente y él apagó las luces. Por el rabillo del ojo alcancé a ver que Garrett miraba hacia donde estábamos, pero esperaba que la oscuridad nos ocultara, al menos de momento. Empecé a ponerme muy ansioso, y eso a Patrick le pareció tierno, pues pensó que era por él. El chico giró su cuerpo para encararme y todo quedó en silencio; sólo nosotros y nuestras respiraciones, poco a poco empañando los vidrios del auto e impidiéndome ver a Garrett.

Sacudí la cabeza y sonreí.

―Gracias por tan linda noche ―dije, y Patrick ladeó la cabeza y se mordió el labio.

Fue como si me hubieran arrebatado el aliento con un golpe; mi mente se desconectó, y apenas percibí cómo Patrick estiraba la mano y recorría mi mejilla con la punta de sus dedos. De pronto me tomó por la barbilla y me atrajo hacia él, con una suavidad insuperable.

El beso fue muy corto, pero dulce. De lo bueno, poco, pensé. Fue perfecto.

Patrick y yo nos separamos y sonreímos; mi mente flotaba entre nubes de algodón, mientras mi cuerpo flotaba fuera de su auto y dentro de la penumbra. Una fría ráfaga de viento me trajo de vuelta a la realidad, y entonces vi su silueta y recordé todo: sus cabellos rubios, su mandíbula afilada y sus ojos infinitos. Me estremecí.

Crucé la calle más lento de lo normal, esperando a que Patrick se fuera, pero no lo hizo. Iba a esperar hasta que entrara a mi casa.

¿Por qué no te conocí hace dos años?

Llegué hasta el zaguán con la cabeza agachada, y pude ver al menos unas seis colillas de cigarro tiradas a los pies de Garrett. Alcé el rostro y suspiré.

―Entra. Rápido ―dije sin voltear a verlo. No quería empezar una escena ahí afuera, donde Patrick pudiera vernos o escucharnos. Garrett obedeció y entró detrás de mí, cerrando con un portazo.

Inmediatamente saqué mi celular y le escribí un mensaje a Patrick.

“Ese que estaba en la puerta era mi primo. Olvidé que había quedado de venir a mi casa a recoger unas cosas :P”

―¿Con quién estabas? ―preguntó Garrett bruscamente, buscando a tientas mi mirada.

“Ay :( perdón. Lo dejaste ahí afuera esperando por mi culpa”

―Un amigo del trabajo ―respondí fríamente mientras tecleaba.

“No, no te preocupes. Me la pasé increíble hoy :3 no lo habría cambiado por nada. Gracias por todo.”

―Ajá. ¿Por ese amigo ignoraste mis mensajes? ―inquirió, con un tono de voz que jamás le había escuchado usar. El celular vibró de nuevo, antes de que pudiera guardarlo en mi bolsillo.

“Gracias a ti. Fue hermoso. Nos vemos mañana.”

Sonreí inconscientemente. Y entonces una pesada mano me tomó por la barbilla, en contraste con la ternura con que lo había hecho Patrick. Alcé la vista y sentí cómo los ojos azules de Garrett me perforaban de lado a lado, haciéndome sentir infinitamente pequeño e indefenso.

―Te estoy hablando.

Deslicé el celular en mi bolsillo y me alejé, desviando la mirada.

―No te ignoré; claramente te dije que no podía ―espeté, pero mi voz sonaba más aguda y débil de lo habitual.

―Porque andabas con otro ―contraatacó él, acercándose de nuevo a mí.

Noté que las venas de sus brazos se veían claramente, y que estaba apretando los puños. Sentí una punzada de miedo recorrer mi columna vertebral, pero de inmediato me tranquilicé. Garrett nunca me lastimaría.

Ya lo ha hecho.

Apreté los párpados y me froté la frente con una mano.

―Te digo que era un amigo. Fuimos a comer para hablar de algo del trabajo, es todo.

¿Por qué le estoy dando explicaciones? Garrett ni siquiera es mi novio; yo no soy para él nada más que una simple diversión, un antojo pasajero.

―Pues no quiero que salgas con nadie más. Y no quiero que me vuelvas a ignorar así, ¿entendiste?

Alcé la vista para replicar, pero entonces Garrett se lanzó sobre mí y me besó. Yo cerré fuertemente la boca y lo alejé con ambas manos, luchando contra esa fuerza que deseaba que Garrett me tomara entre sus brazos y me hiciera suyo ahí mismo.

Esta vez yo gané.

―¡No soy un objeto de tu maldita propiedad, Garrett! ¡Lárgate de mi casa! ―grité, quizás más fuerte de lo que debía, pero necesitaba creérmelo.

Garrett se detuvo en seco, completamente helado.

―Yo nunca…

―¡No! ―grité de nuevo, y ahora luchaba por no quebrarme y ponerme a llorar frente a él―. Llevamos dos años de hacer esto, ¿y tan siquiera sabes cuándo es mi cumpleaños? ¿Alguna vez me has hablado simplemente para platicar, y no sólo para preguntarme si estoy “libre”?

Mi voz hizo eco por todo el recibidor. Las estatuas de mármol observaban desde sus esquinas, como si de la audiencia de una obra de teatro se tratara.

Garrett quiso decir algo, pero no lo dejé. Su voz fue cortada de tajo por el sonido de la puerta cerrándose frente a él. Por supuesto que, de haber querido, habría impedido fácilmente que lo empujara fuera de la casa, pero ni siquiera opuso resistencia. Quizás se había dado cuenta de que yo tenía razón.

Me recargué contra la puerta y comencé a llorar. Sentía un vacío inexplicable en el pecho, y a la vez una fuerte descarga de adrenalina que me había hecho temblar convulsivamente.

Sollozando saqué el celular para ver la hora, y entonces vi un mensaje no leído de Patrick, enviado sólo unos minutos antes.

“Te quiero :)”

El león y la gacelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora