Cantos de un Ruiseñor

Bailarina

Bailas entre la oscuridad de la noche,
cuando nadie te ve,
cuando puedes tus demonios enfrentar.
Y tu sonrisa falsa desaparecer.

Lloras abrazando con dolor,
el recuerdo de tu viejo amor.
Descalza en el frío piso,
tus pequeños pies danzan sin clamor.

Cantas cuando el silencio de la noche te abraza,
cantas para olvidar el dolor en tu pecho,
ruegas por las heridas sangrantes en tu lecho
y por aquella luna que la soledad oculta.

Piensas en todo lo que tienes,
puede que la vida sea una desdichada
que roba sin piedad tu morada,
y es que, nunca a sentido el dolor
de perder a su amor.

Sientes una pequeña brisa en tu pálido rostro,
sabes que la hora está llegando y sigues danzando.
Cuánto quisieras bella golondrina,
que tu paso en esta vida fuera más que un pequeño suspiro,
pero nada puedes cambiar
y solo puedes danzar.

¿Estás llorando, bella golondrina?
Escucho como tú corazón va quebrándose con cada paso que das,
con cada movimiento que haces
y con cada respiro que das.

El tiempo se agota,
las manecillas del reloj no se detienen
y tú, poco a poco
cayendo en los brazos de Morfeo vas.
Tus pies no dan para más, triste golondrina.
Tu cuerpo el peso ya no aguanta,
y tu llanto no calmas.

"La hora a llegado, mi bella dama.
Es hora de irse,
bailaras sin temor en tu nueva morada".

Una mano un poco huesuda acariciaba el dorso de la mano de la joven bailarina.
La pequeña en su cama podía observar como una dama con capa oscura le decía aquellas palabras que daban calma a su alma angustiada.
Fue, cuando aquella bella dama beso la frente de la pequeña, que siguió bailando como siempre lo hacía, sin temores o dolores, sin angustias y sin preocupaciones en su nueva morada.

Un corto tiempo fue el paso de la desdichada joven en este cruel mundo.
Fuiste feliz, hermosa pequeña, el corazón de tus amigos destrozaste al partir.
Pero, lo lograste, lograste bailar hasta tu último suspiro dar.