Suelto un bufido al ver el rastro de agua en la casa, antes la idea de tener una piscina me parecía grandiosa ahora no estoy muy segura.
Agarro una toalla del estante de ropa y salgo al exterior de la casa hacia el área de la piscina y me cruzo de brazos llamando la atención de mi esposo que cierra los ojos haciendo una mueca al entender mi molestia.
—Stanley mojo el piso de la casa ¿Verdad?— pregunta haciendo que yo asienta.
La pareja ve al mencionado el pequeño de cuatro años mira a sus padres inocentemente mientras flota en la piscina con ayuda de los flotadores.
—¿Perdón?— su vocecita se hace presente haciendo que su madre suspire al no poder regañarlo al ver su dulce carita.
—Esta bien cariño pero que sea la última vez.
Mi hijo asiente varias veces haciendo reír a su padre.
—Es hora de salir campeón— Tom habla para sujetar al niño en brazos y ambos salir de la piscina.
Abro la toalla y recibo a mi hijo para arroparlo y atraerlo más a mí cuerpo, Stanley tiembla por el frío y se aferra más a mí.
—Creo que es mucha piscina por está semana— digo hacia el niño para ingresar a la casa siendo seguida por Tom.
Luego de darle una ducha a mi bebé y ponerle ropa seca, salí de la habitación al comprobar que el pequeño se había dormido.
Tom está sentando en el sofá mientras ve la televisión pero al oír la puerta cerrarse no tarda en girarse y sonreírme. El palmea sus piernas y yo tomo asiento sobre él para rodear su cuello con mis brazos suavemente.
—¿Ya se durmió?
—Ujum, es lo único que me gusta de la piscina— ambos reímos al recordar que dormir a nuestro hijo es toda una batalla.
Tom besa mis labios lentamente haciéndome sonreír entre el beso.
—¿Alguna vez pensante que terminaríamos así?— él pregunta.
—¿Así casado y con un hermoso hijo?
Él asiente y yo me río haciendo que él me miré confundido.
—Amor está era mi fantasía a los diez años— digo como si nada al recordar a la Andrea de esa edad.
—Creo que ambos estuvimos destinados desde el inicio.
—¿Ah sí?
—Ujum— él asiente.
—Y crees que ahora estemos destinados a ir a nuestra habitación y aprovechar que nuestro hijo está dormido— digo con picardía.
—Definitivamente — dice para levantarse conmigo en brazos haciéndome reír.
—¿No crees que Stanley está muy solito?
—¿No crees que es bonito dormir en el sofá?
—Por eso digo que todo a su tiempo señora Holland— habla divertido para ingresar la puerta y cerrarla tras de nosotros.
Para dar inicio a un profundo beso que iniciaría la lujuria entre nosotros y si efectivamente ese día creamos a nuestro segundo bebé, al final Tom si es el jodido rey de la manifestación.
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