Luz De Luna

Polvo y Barro

Agotador

Agotador es la mejor manera de describir aquel día, se fué como agua en un cántaro roto. El polvo del camino no había ayudado en absoluto, Luz regresó a casa con el cargamento incompleto.

Un bulto de pan y un poco de queso, es lo que debería haber traído. Ésa noche no cenaría ni ella ni su madre.
La habían asaltado de camino a casa, a duras penas había regresado.

Su trabajo se había esfumado tan rápido como la última vez. Tal vez debería buscar otro camino para volver.

Estaba cansada, se sentó en el áspero suelo de la banqueta y cruzó los brazos. Los raspones aún le dolían, miró hacia arriba y contempló el cielo despejado.

– mamá va a matarme – se quejó, se cubrió la cabeza preocupada con los brazos lastimados.

Todos los días era una rutina. Levantarse, buscar trabajo decente de lo que fuera, comprar el mandado y regresar, con suerte dormir con algo en el estómago.

Cuando le iba bien limpiaba los zapatos de algún señor elegante o cortaba el pasto de alguna cazona. Cuando le iba mal los mismos tipos de siempre la dejaban tirada en el barro.

Aquél día le había ido mal.

Odiaba darle problemas a su pobre madre, ya tenía suficiente con tener que pagar el derecho de piso y el diezmo.

No se sentía del todo útil, siempre le recordaba lo rara que era, soñando siempre con ser una maga poderosa aunque sabia bien que los humanos no tenían magia.

Siempre metida en sus libros fantásticos, siempre en las nubes. La literatura era una buena distracción para su cotidianidad, siempre que podía se la pasaba leyendo en la biblioteca local.

Deseaba ser como las protagonistas de sus libros, respetadas, acabando con el mal, haciendo amigos en todos lados.

Era una tonta fantasía que jamás sucedería, sólo era un refugio del mundo exterior.

Se levantó aún adolorida y avanzó hasta llegar a la pobre casa en la que habitaba.

Empujó lentamente la vieja puerta de madera y esta respondió con un crujido largo y chirriante.

– ya llegué mamá – Avisó preocupada, esperaba que aquella noche ella no tuviera tiempo para reprenderla por su ineptitud. Estaba dormida en el catre, después de todo ya era tarde y debía estar agotada.

Entró intentando hacer el menor ruido posible y cerró la crujiente puerta detrás de sí con cuidado. Dejó lo que pudo salvar del queso y el pan en la mesa. Seguramente en la mañana le pondría una buena tunda por perder la comida.

Caminó un par de pasos y salió de la sala hacia su habitación. La verdad no podría considerarse habitación pues no era separada por una pared. Al menos no totalmente, de manera que podía ver la mesa en la sala desde su cama. Era una casa pequeña, pero servía para evitar el frío y la lluvia casi en su totalidad.

Se sentó en el colchón desgastado y este le respondió con un rechinido familiar. Éra cómodo pero no demasiado, mejor que el piso era sin duda. Se recargó en el bulto que tenía por almohada y sacó de abajo de él un libro.

La cubierta estaba un poco desgastada, tenía varias marcas descuidadas causadas probablemente por el uso o por algún lector tosco.

Lo había conseguido en la biblioteca y le habían permitido llevarlo a casa consigo a pesar de no pagar por ello, Luz siempre estaba haciéndole mandados al encargado de ahí.

Pasó su mano cuidadosamente por la tapa y lo hojeó. Era uno de varios tomos de su historia favorita, La buena bruja Azura. Buscó la hoja doblada que usaba por separador, la luz del cielo nocturno que se colaba por el hueco en el techo era suficiente para dejarla leer sin tener que prender una vela.

– mañana será un día mejor – se dijo esperanzada y se puso a leer hasta que el sueño la venció.

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Hola gente bonita que sigue acá, estaré actualizando cada que pueda pero no dejaré que pasen años juazjuaz. Tomen awa