Capítulo #9 "Dier for you"

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Aaron.

Sus ojos color esmeralda se iluminan con la luz del sol y crea un verde claro muy bonito, aunque puedo ver la confusión en ellos.

¿Y ahora que le digo?.
¿Qué puedo decir después de soltar algo tan grande?.
Ella debe estar muy confundida.
Y yo no estoy preparado para esta situación.

Lamentablemente me vuelvo un cobarde cuando me siento sin saber que hacer por lo que siempre hago la misma estrategia: huir del problema.

Me levanto del césped y empiezo a correr como si mi vida dependiera de ello.

Y la verdad es que si depende.

-¡Aaron!.

Escucho la voz de Alana a lo lejos pero salgo de la casa a tiempo y me monto en mi carro sin mirar atrás.

Once minutos después manejando sin saber a donde ir, se me ocurre un lugar en el que me puedo relajar y pensar que decir.

Doblo a mano izquierda en la avenida y decido poner un poco de música para que mi mente se despeje de todo.

Cuando entiendo el reproductor la canción "Dier for you" inunda el coche y empiezo a cantar a todo pulmón.

Veinte minutos después llego a una casa en el bosque que encontré hace dos años abandonada y la he acomodado para vivir.

A muchos les daría miedo pero es un sitio agradable.

Entro y todo está como lo dejé la última vez.

Doy un recorrido por todo el lugar revisando que todo esté en orden, hace un tiempo que no vengo aquí.

-¡Ahhh!.

Escucho que alguien grita y me pongo en alerta.

Camino despacio por el pasillo que da a la sala.

Cuando veo quien es, suelto un suspiro, aunque estoy un poco enojado.

-¿Se puede saber qué haces aquí y por qué gritas?.
-¡¿Tienes la cara tan dura de preguntarme que hago aquí cuando te fuiste corriendo como un gallina de mi casa después decirme algo que no tiene ni el más mínimo sentido!?, y grito porque eres un loco que tiene en medio de la puerta un espantapájaros.

No lo puedo evitar y una carcajada sale de mi labios.

Ay Alana, Alana.

Es que ella es única.

Lo tengo que admitir.

¿A quien se le ocurre seguir a alguien que a penas conoces?.

Pues a Alana.

-Aaron si no dejas de reírte juro que...
-¿Juras qué Alana?.-La interrumpo y si las miradas mataran yo estaría enterrado.
-Juro que te quedas sin hijos.

No me juzguen, ¿vale?, pero eso me da mucha risa y otra carcajada sale de mis labios.

¿Se acuerdan cuando les conté que Alana cuando se enoja parece una caricatura?.

Pues eso es lo que es ahora mismo y eso incrementa mi risa.

-¡Aaron!.-Chilla.

Me siento en el sofá tratando de dejar de reírme pero no puedo.

Alana me da por el hombro.

-Deja de reírte.-Dice.

-¿No vas a dejar de reírte?.-Pregunta irritada.

De verdad yo quiero parar pero tengo un ataque de risa, que malo es eso.

-No, puedo, te...ngo, un ataque.... de risa.-Tartamudeo.

Alana me coge la cabeza entre sus manos y suspira.

-A ver, respira hondo y no pienses en lo que te hace gracia, ¿vale?, piensa en algo triste, algo que sea lo suficientemente triste como para dejar de reír al momento.

Entonces empiezo a recordar.

-¡Aaron!, tu papá está, en el hospital en estado crítico, le dio un infarto y no se si...
-¡Mamá!, ¿en que hospital están?.

Recuerdo que esa pregunta la hice estando muy asustado nunca me había enfrentado a una situación de ese tipo, no sabía que hacer.

Llegue al hospital con lágrimas en los ojos sin saber por dónde coger.

A lo lejos vi a mi madre y fui corriendo a donde ella estaba.

-¿¡Cómo está!?.-Pregunte y el miedo se notaba en mi voz.

-Hijo.

Mi mamá lloraba a cántaros y eso solo pudo significar lo que tanto temor me daba.

-Tu papá falleció.

Esa fue la oración que marcó mi vida con solo 17 años, mi papá era mi ejemplo, mi todo.

-Hijo, me quedé en la quiebra, ahora tienes que mantener a la familia Aaron.-Me informa mi mamá y así ese día terminé por casi suicidarme.

-Eh, eh no llores.

Ahí es cuando me doy cuenta que lágrimas bajan de mis ojos.

-Joder.-murmuro mientras me las limpio.

Entonces Alana hace algo que nunca me imagine.

Me abraza tan fuerte que es reconfortante.

-Sea lo que sea, ya pasó.

Y esas palabras me acaban de rematar.

Nunca me esperé que Alana me diera el abrazo que he necesitado por años, así que la abrazo más fuerte y nos quedamos así cindo minutos.

Decido separarme y estoy muy avergonzado por todo, no sé como mirarle a la cara, es decir he llorado delante de ella yo no hago eso con nadie.

Alana suspira y se levanta del asiento.

-¿Tienes leche aquí?.

La pregunta me toma desprevenido pero asiento.

-Esta en el refrigerador.-Le informo mirándola de reojo.

-Ok, cuando regrese con los vasos de leche caliente, tenemos que hablar y por lo menos me tienes que contar porque eres mi guardaespaldas, ¿vale?.

-Ok.-Respondo mientras me limpio los ojos de las lágrimas.

Es hora de decir la verdad.

O puede ser que no.

Nunca me viste, pero siempre estuve ahí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora