Capítulo #2 "Acosador"

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Alana.

Alfombra roja, fotógrafos por todos lados, la noche no puede ir mejor.
¡Alana, amo tus pinturas!.
¡Alana, dame tu autógrafo, por favor!.

Muchas personas siguen gritando mi nombre mientras camino por esa alfombra que siempre fue mi sueño.

¡Alana!.

Esa voz se me hace conocida pero....

¡Alana, por Dios!.

Es mi mamá, pero, ¿por qué grita de esa manera como si me fuera a regañar?.

—¡¿Alana te desmayaste?!.

Y ahí meto un brinco tan alto que me caigo de la cama.

—¿¡Pero, qué?!.—Exclamo sorprendida.

Me duele la espalda del golpe que me di. En las películas esta parte no se ve tan dolorosa pero lamentablemente estamos en la vida real donde caerte de una cama duele bastante.

—Ups.—Murmura mi madre con cara de culpa aunque veo un altivo de sonrisa en su boca, yo simplemente pongo los ojos en blanco y respiro profundo.

—Mamá, ¿qué haces?.—Le pregunto tratando de sacar la paciencia que no tengo y me levanto lentamente del piso.

—Ya tienes que alistarse para la escuela.—Me informa como si yo no supiera eso.

—Me arruinaste mi grandioso sueño.—Le informo un poco molesta por su manera de despertarme.

—Alana, déjate de tonterías que vas a llegar tarde a la escuela.—Me reprocha y mi paciencia se agota.

No soy una persona que le guste que la despierten y menos de esa manera.

—Que mal genio, ya veo de quién lo heredé.—Murmuro mientras camino hacia el armario para buscar la ropa.
—¿Qué dijiste?.—Pregunta levantado una de sus cejas y poniendo sus manos en su cintura.
—Nada jefa.—Respondo sonriendo y ella solo vira los ojos y sale de mi habitación.

Que frío tengo, y más que frío tengo mucho sueño.

Hoy es martes y mi horario está cargado de asignaturas horrorosas que solo existen para darme dolores de cabeza. Si yo fuera presidenta demandara que la única asignatura que se diera fuera Artística pero eso es algo imposible para mi desgracia.

Me pongo delante del armario y cojo un pantalón de mezclilla, un suéter negro y mis zapatos blancos.

Me visto con mucha pereza, me paso un peine por el pelo, y bajo a desayunar.

—¿Qué hay de desayuno?.—Le pregunto mientras me siento en la mesa.
—Comida supongo.—Responde como si fuera lo más lógico del mundo.

Lo es, se burla mi mente.

—Ja, ja, ja.—Me río sarcásticamente.
—Mira, esto son arepas, en el refrigerador hay pan, si quieres te haces café, yo me tengo que ir.

¿Sorprendidos?, porque yo no lo estoy, mi mamá es así.

—Está bien, que tengas un buen día.
—Tu igual.

Me da un beso en la frente y sale de la casa.
Suspiro y al final lo que cojo es una manzana que hay en el refrigerador, me pongo mi mochila en el hombro y salgo de la casa comiendo la fruta.

—Hola.

Esa voz otra vez, no puede ser.

Lentamente viro mi cuerpo hacia la izquierda y me encuentro con esos lindos ojos otra vez, sí es el mismo chico.

—¿Tú otra vez?.—Pregunto hablando en su idioma y lo miro de arriba a abajo, tiene un pantalón negro y un pulover blanco, como si nos hubiéramos puesto de acuerdo para vestirnos.
—Sí, yo...
—Sí está vez vas ha salir corriendo puedes hacerlo ahora, sería un gran momento.—Le informo burladome un poco de su actitud de ayer.

El chico empieza a reír mostrando su grandiosa dentadura, es bonito, pero creo que eso ya lo dije.

—No, no, no voy a hacer eso.
—Eres raro.—Sinceramente no quería decir eso en voz alta pero mi subconsciente lo autorizó.
—Tu también eres rara Alana.

Alana, ¿él acaba de decir Alana?, ¿cómo es que sabe mi nombre?.

Siento un escalofrío que me recorrre la espalda, no voy a negar que esta situación me está asustando.

—¿Cómo es que sabes mi nombre?.—Pregunto dando un paso atrás y poniendo mis manos delante de mí para que no se acerque.
—Ay, Alana Alana.—Murmura con una sonrisa de medio lado.
—Responde mi pregunta, acosador.

Se acerca más a mí hasta que mis manos tocan su pecho.

—¿Acosador?.—Pregunta soltando una risilla.
—Sí, acosador, aléjate.
—OK, te voy decir quien soy: Mi nombre es Aaron, y soy tu....
—¡Alana!.—Grita mi amiga Rebeca que aparece de la nada y me ala del brazo rápidamente alejándome Aaron sin dejarlo hablar.
—Camina, que vamos a llegar tarde a la escuela.—Es lo único que me dice sin darme explicaciones de su arrebato.

Y la verdad tengo mucha curiosidad de que me quería decir el acosador.

Nunca me viste, pero siempre estuve ahí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora