La limosna

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Un hombre que paseaba por el famoso parque central de la ciudad de New York vio debajo de un árbol a un pajarito incapacitado que no podía volar porque había perdido un ala, por lo que se preguntaba cómo podría sobrevivir.

Entonces vio llegar a unas ardillas que le llevaron alimento.

Al día siguiente regreso y vio que unos conejos le llevaron comida.

Volvió a regresar al próximo día y observó que unos gansos le servían y alimentaban.

El hombre se maravilló de ver tanto amor, bondad, y compasión entre los animalitos.

Entonces, se dijo a sí mismo: Por una semana, voy a vivir en la calle como un menesteroso, confiare plenamente en el Señor, y la gente de esta gran ciudad seguramente me ayudará y veré con mis ojos su bondad y compasión.

Así lo hizo durante siete días; pero no sucedió nada. Miles de personas lo vieron y pasaron frente a él, pero no le ayudaron.

El hombre regresó a su casa hambriento y casi tocando las puertas del cielo cuando oyó una voz que le decía: ¡Oh tú, no juzgues a la gran manzana!, sólo sigue el ejemplo de los animalitos que viven en el parque central.

Unos días más tarde, camino a su trabajo vio a un limosnero inválido que no tenía pies, y el hombre pensó: ¿Por qué Dios permite estas cosas? … ¿Por qué no hace nada para solucionarlo?

Después, al igual que la demás peatones pasó frente al limosnero y siguió su camino.

MORALEJA: Nosotros muchas veces somos ese hombre, que deseamos ver un mundo lleno de amor, bondad, y compasión, pero hacemos poco o nada para solucionarlo. Nos olvidamos rápidamente que el éxito en esta vida es cuando estamos al servicio de nuestros semejantes.

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