Gallinas y palomas

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"En una granja muy lejos de una ciudad, había una paloma con su nido.

El viento rugía y sacudía la rama del hermoso árbol donde los huevos reposaban.

«Pronto lloverá»Pensó la mamá paloma llena de preocupación mientras miraba a sus tres huevitos.

Y así fue, primero unas lloviznas y luego un torrente de agua comenzó a caer sobre el nido, golpeando el caparazón de los huevos. La joven madre, preocupada, salió a buscar unas hojas para que la lluvia no los golpeara con tanta fuerza y minimizar la posibilidad de que estos cayeran.

Una vez la madre se fue, ya no había nada que cubriera a los huevos de la torrencial lluvia y el viento y estos cayeron del nido.

Una cayó directamente en una rama y se rompió, el otro cayó en una roca y se reventó; pero el último tuvo la suerte de caer en un lugar suave y blando. El nido de una gallina.

Al día siguiente, el pequeño huevo comenzó a romperse, trayendo al mundo a la pequeña palomita.
La madre gallina llegó y al ver que un pequeño había salido de su huevo, sonrió y corrió hacia su criatura.

-¡Co, co, como, es esto, to, to, posible!-Gritó la paloma al ver que el pequeño no era exactamente un pollito.
«El pobrecito se parece a su padre» Pensó.

Los días pasaron y al igual que la palomita, los pollitos llegaron al mundo. A pesar de todo, la madre gallina nunca le ocultó a su hija que era más bien una paloma y no una gallina, pero le ayudó a mezclarse.

La palomita hizo todo para adaptarse a la granja. La comida no le parecía nada mal, tampoco sus hermanitos y menos los baños de agua y su compañía.

Un día después del desayuno, todos los pollitos salieron a pasear por la calle junto a su mamá e iban a cruzar la calle.

La paloma escuchó el ruido de un auto, pero sus hermanos y madre lo ignoraron. Pensó en decirle, pero el miedo a no ser ordinario, le aterró, así que siguió adelante.

Entonces un gran auto se dejó ver. Todos los pollitos se quedaron paralizados, con la única esperanza de correr.

-¡Vuela!-Le gritó una vaca a la paloma.

La palomita extendió sus alas para volar, pero el miedo de dejar de ser ordinaria la asustó y decidió correr al igual que sus compañeros.

-¡Vuela!-Volvió a gritar la vaca y fue cuando el peligro estuvo más cerca que la paloma extendió las alas, aleteó, aleteó y aleteó hasta levantarse del suelo.

Ella vivió pero lamentablemente, todos sus hermanitos murieron.

Moraleja: Algunas veces por negarnos a dejar de ser como los demás o pasar de ser ordinarios a convertirnos en: EXTRAORDINARIOS, ÚNICOS Y ESPECIALES, decidimos seguir con el grupo e ignorar los peligros. Esta paloma se salvó porque decidió volar a quedarme estancada. Tu ¿Dejaras lo que sabes te hace mal y que tus amigos hacen para volverte único?

Jonaira Ramos (Su nueva administradora)

(Zendy <3 )

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