Capítulo 4 "¿Qué piensas de él?"

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Escuchen la canción durante toda la historia.

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Hermes tiró suavemente de mí tras él, y mis piernas se movieron ansiosas, como si estuvieran esperando este momento desde que lo vi. Mi estomago se revolvió entre una mezcla extraña de inquietud y anticipación, lo primero por todo esos par de ojos que nos observaban y lo segundo... era... bueno, no creía que hacía falta terminar esta frase y saber a que me refería. Observé su mano cálida que se sentía firme contra la mía, haciéndome sentir segura y con un pequeño cosquilleo cerca del corazón que cerré en este momento para no pensar mucho en ello.

Pero cuando dejó de caminar, se giró y se acercó a una distancia muy acortada, pensé de nuevo en ese cosquilleo y me sentí lista para huir ante la nueva sensación. Era extraña y mantenía mi corazón al borde del abismo, tan extraña y desconocida era para mí que comencé a pensar en que si fingir desmayarme y fingir tener un dolor intestinal era mejor opción para no bailar con Hermes.

— ¿Johana?

Sin embargo, cuando levanté la vista otra vez y miré esos maravillosos ojos, no pude hacer algo de lo que pensé. Me quedé quieta mientras él seguía frente a mí observándome en busca de alguna explicación ante mi mudez.

— ¿Si?

— ¿De verdad quiere bailar?

Mis mejillas se sonrojaron.

—No se preocupe, en serio. Fue solo una pequeña distracción.

Hermes rodeó mi cintura con sus brazos y sentí una descarga eléctrica que me recorrió todo el cuerpo desde los lugares de mi espalda en donde reposaban sus manos hasta las puntas de mis pies. Se me cortó la respiración cuando acercó su rostro y sus labios rozaron mi oreja, mientras su barbilla se apoyó en mi hombro.

— ¿Qué será tan importante que se distrae cuando aun así estoy frente a usted?

Tragué con fuerza, incliné mi cabeza hacia atrás. Sus ojos ya estaban mirándome con fijeza, analizando mis reacciones. Abrí mi boca ligeramente y sus ojos recayeron en ella. me sonrojé, avergonzaba de que malinterpretara mi mala costumbre de hacer aquello cuando estaba avergonzada con algún tipo de invitación o insinuación a algo.

—Señor Blackford, yo-

En un segundo, nos comenzamos a mover y ante el movimiento repentino, apoyé mis manos en su pecho. Abrí mis ojos cuando lo sentí duro y fuerte bajo mis manos, mis mejillas no pudieron estar rojas, pero no las quité. Solo dejé que él guiara el baile.

—Creo que le he dicho que pude llamarme Hermes, Johana.

—Como lo siento, es que...

Asintió.

—Está bien, no tiene que darme explicaciones.

Silencio.

Observé a todos lados menos sus ojos al sentirme incomoda, apreté mis labios y comienzo a distraerme mientras me estaba dando cuenta que justo ahora estaba bailando una de mis piezas de piano favoritas. Comencé a dejarme llevar y soltarme un poco.

— ¿La reconoce?

Parpadeé y levanté los ojos.

— ¿Disculpe?

—La pieza, parece muy familiarizada con ella.

Asentí, entendiendo lo que decía.

—Sí, desde los doce años. Es una de mis piezas favoritas.

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