Capítulo 10 "No creo que pueda hacer esto"

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El día siguiente a la visita de Hermes, la prensa infestó mi calle. Que pronto sería la próxima Señora Blackford era casi noticia internacional y el hashtag más popular en Twitter, mi padre tuvo que doblegar la guardia de la mansión y no salí en catorce días hasta que llegó mi fiesta de compromiso, y todo debido a que no debía decir ni una sola palabra del compromiso, ordenes de Los Blackford y de mi prometido, afirmando que ellos tendría lo que querían luego de nuestra boda.

Prometido.

Nuestra boda.

Era extraño decir esas palabras de las cuales hace algunos días soñaba con decir en un futuro muy lejano y que pensé que jamás sería mi presente, pero se sentía bien de todas formas, con todos y las cuestiones que rodeaban esas palabras, estaba feliz de casarme. Tal vez no tan alegre como esperaba estar, pero no podía hacer nada. Me casaría con un hombre que no amaba y que no me amaba, sin embargo era un buen hombre que estaba decidido a tener una buena relación en nuestro matrimonio.

Quizás... con el tiempo... llegaremos a amarnos...

No. Sabía que jamás habría amor entre nosotros, lo que tendría con Hermes sería una relación leal en un matrimonio tranquilo. No sentía que amaría a Hermes en mi vida tal y como debería amar a mi esposo, no era el hombre que me había imaginado para mi futuro, así que no le había puesto pero a la forma en que Hermes quería nuestro matrimonio.

Así que, como dijo mi padre, estaba dejando de soñar con tener un matrimonio por amor y ser más realista pensando en lo que tenía.

El día de la fiesta de compromiso, estuve todo el día siendo arreglaba por las criadas de mi madre y supervisadas por ella misma y Clara, que intentaba llevarla a la opción que era de mi gusto. Un gesto que agradecí.

Estuve lista a las ocho de la noche y nos fuimos al gran salón de Chicago unos treinta minutos después, llegando a las nueve. Salí del brazo de mi padre, algunos periodistas estaban alrededor de la puerta, jamás nos negaron el paso y solo nos tomaron tantas fotos que el flash ya estaba mareándome, junto con las preguntas gritadas que me aturdían. Nunca fue de estar cerca de periodistas y nunca eran tantos como para marearte con sus preguntas. Veía a mi padre sonreír a mi lado, estando perfecta para cada foto.

—Y tu queriendo dejar esto de lado—casi se burló—. Qué tontería.

No dije nada.

El salón estaba decorado en un estilo entro lo dulce y formal, casi como si hubieran mezclado nuestras personalidades. Los colores eran cálidos y el candelabro del centro le daba un toque especial. Todo estaba tan perfectamente decorado y no había ni un solo error que pudiera notar.

—Dios mío...—soltó mi madre—. Los Fleming se morirán de envidia.

La miré y ella lo notó.

—No me mires así, sé que tú también te sientes orgullosa de que tu fiesta sea mucho más linda que las que tuvieron Elena y Anastasia.

No quise darle la razón, a pesar que era cierto que desde pequeña tuve que aprender a ser siempre mejor que ellas, siempre... desde que mi madre se enteró que mi padre le era infiel con Evelyn Fleming.

Visualicé a Hermes al final del salón, charlando con algunas personas. Le indiqué a mi padre que lo encontré y me llevó hasta allá, él se giró al escucharnos llegar y me miró. Me analizó de pies a cabeza y llegó hasta mis ojos.

Sonreí.

Él también lo hizo.

—Hola, Johana.

—Hola, Hermes.

—Señor Rowland—le extendió la mano y mi padre me soltó.

—Dime Raúl, Hermes, seremos familia en muy poco tiempo.

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