–Su...
–Hades –interrumpí.
Estábamos alejados del palacio, en uno de esos campos de entrenamiento que frecuentaba, uno abandonado tras la guerra. Aún así, parecía que los años no habían pasado por la hierba verdosa, brillante, con un aroma fresco. A lo lejos no se veían más que árboles y, sentado en el césped, no tan cerca como para oírnos, un aburrido Nótt que resoplaba y se acostaba para dormir y entretenerse así en su espera.
Nótt me había acompañado hasta ahí, Adonis solía entrenar en las salas del Palacio y no quería salir de su comodidad; era Hades el que había llegado al campo de buena mañana, su lugar favorito para ejercitarse. Solitario.
–Aquí soy Charis y me tienes que tutear. Es una orden.
Hades asintió lentamente, como si estuviera mentalizándose de lo que le acababa de decir. Asumiendo lo que debía hacer.
–Charis, ¿estás preparada?
Me miré a mí misma torpemente. Había dejado por un día los vestidos de altas costuras y los corsés que –muy de vez en cuando– me ponía. Le había robado algo de ropa a Adonis, unos pantalones que me venían grandes y había arreglado con un poco de magia y una camiseta negra que había apretado contra mi piel. De mi propia cosecha tenía unas botas altas y sin tacón –habría muerto de tan solo hacer el camino hasta ahí si lo hubieran tenido–. Todo oscuro en contraste con mi cabello rubio.
Parecía lista, pero bien sabía que no lo estaba. Jamás había pensado en esta parte. Empezar.
–Sí –dije finalmente.
Hades ladeó la cabeza.
–¿Sabes tomar posición?
–No.
–¿Hacer un golpe directo?
–No.
Se quedó en silencio.
–¿Jamás has peleado? ¿Nunca? –preguntó, como si no me conociera de casi toda una vida.
–De pequeña arañaba a mis compañeras de juegos –admití–. Y le tiré una piedra a la cabeza a Keitha.
Hades abrió los ojos, procesando la información.
–¿Una piedra? –repitió, como si hubiera escuchado mal.
–A la cabeza. Eso he dicho.
Levantó las cejas.
–Bien...
–¿Vamos a empezar por golpes? –pregunté.
–No de inmediato. Primero el equilibrio y las poses.
Hice un mohín y me crucé de brazos.
–Eso no es divertido. ¿Y la magia? Quiero entrenar mi magia.
–Empezaremos por el principio y potenciaremos lo físico. Debe..., debes estar preparada si usan cobre.
–Quiero golpear.
Volvió a enmudecer. Me lamí los labios esperando mandatos y él se me quedó mirando, esperando lo mismo. Eché un vistazo por detrás de él. No había señales de Nótt, pero estaba convencida de que estaba corriendo entre el frondoso bosque, buscando alguna pequeña criatura para hacerse un banquete o con la que juguetear un rato.
–¿Y bien? –pregunté.
–Acerca un poco el pie izquierdo –indicó, con mucho cuidado–. Las manos a los pómulos y los hombros cerrados.
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Fuga de estrellas
FantasyZYXIANS #0 --Precuela de Nadriv-- Entendía muy pocas cosas de la existencia de mi mundo, pero jamás entendería las estrellas y qué serían para mí. Cuando era pequeña me juraron que eran héroes que habían abandonado la tierra, después creí por mí m...