XII

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El jardín de mi Palacio estaba intacto, los humanos no podían penetrar en él, solo Drystan habría podido.

Me acerqué a la grande fuente y metí mis manos ensangrentadas para limpiarlas, Hades se giró.

Se había quitado la armadura y tenía las manos sucias, con tan solo un corte en la barbilla. Los humanos no lo habían tocado, estaba casi ileso.

–¿Qué haces aquí? –pregunté–. Te has perdido a mi reino rindiéndose ante mí.

Solté una risita, pero sus ojos siguieron fijos en mí.

–Si Caelus no hubiera... –comenzó, pero lo detuve.

–Pero lo hizo. ¿Por eso estás en esta fuente solo? Creo que se celebrará una fiesta y tú me debes un baile.

–No he podido evitar pensar en la primera guerra –admitió–.  En todo lo que perdí... En que no podría soportar perderte.

Asentí y me senté a su lado, apoyando mi cabeza en su hombro.

–Ha terminado.

–¿Hasta cuándo?

No supe responder, él cambió de rumbo la conversación al ver mi rostro.

–¿Cómo has conseguido que las criaturas aparezcan?

Me reí y me levanté de la fuente, tomando su mano.

–Poseo el poder de la persuasión.

Hades, aún sentado, estiró de mí para que volviera a caer en sus piernas. Respiré hondo y lo besé como si no lo hubiera visto desde hace trescientos mil años.  

Alguien ahogó un grito y escuché el característico carraspeo de Caiden, solté un bufido.

–¿Un poquito de privacidad? –pedí.

Keitha señaló a Hades y después a mí. Por supuesto que era la única que aún no lo sabía, hasta ahora. Me sorprendió que Nereida no se lo hubiera dicho.

–Tu padre te espera. –Keitha abrió los ojos al escuchar su informalidad–. Todos, en realidad. Tu padre ha decidido abrir el Palacio de fiestas a los que han luchado hoy para celebrar la victoria. Ventajas de la energía ilimitada de los Zyxians.

Me levanté de golpe. El Palacio de fiestas estaba alejado de nuestra residencia, era utilizado muy pocas veces. Llevaba años sin pisarlo y siempre había sido mi lugar favorito.

–¿Incluso los dragones? –pregunté a mi hermana, riendo.

–Se quedan en el jardín –contestó, aún perpleja.



Las mangas de este nuevo vestido no tapaban los hombros, caían por debajo de ellos hasta mi antebrazo como diminutos diamantes dorados. El vestido era largo y tenía la falda ancha, era completamente blanco junto a sus piedrecitas preciosas que resplandecían como pequeños soles.

Di un paso hacia delante entrelazando mis dedos con los de Hades. Yo, de cierta manera, era la anfitriona, era la nueva reina. Y Hades seguiría siendo mi acompañante en el primer baile por toda mi vida.

Nunca había visto a las criaturas conviviendo entre ellas bajo un mismo techo. Los Lúprex se lanzaban miradas con los Depredadores, pero ninguno de ellos se lanzaba a pelear. Nótt correteaba entre las piernas de los invitados, luciendo una pajarita de copos de nieve.

Caiden estaba sonriendo cuando nos vio, después se fue al jardín y yo esperé a que el baile terminara para disculparme e ir tras él.

Como había dicho mi hermana, estaba repleto de dragones y caballos de fuego, pero Caiden estaba ahí también, de pie mientras observaba las flores. Me coloqué a su lado y sonrió a medias.

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⏰ Última actualización: Jun 17, 2022 ⏰

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