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Para mí, Salem King eran verdaderamente pocas las cosas que valían la pena, podia tolerar las constantes quejas de mi madre hacia mi persona y claro que podia tolerar las miradas que mi menuda figura habia atraído cuando las puertas de la Mansión Malfoy se abrieron anunciando la llegada de mi familia aun con apenas ocho años, lo que nunca iba a tolerar es que miraran como si se tratase de un bicho raro a mi hermana pequeña Phoenix. Por eso cuando los grandes ojos de Phoe comenzaron a cristalizarse en señal de su próximo llanto, arrugue la frente, con decisión camine hacia ella, encontrando que la fuente de su descontento era nada mas y nada menos que uno de los hijos del matrimonio Black.

Sabia que lo correcto, lo que se esperaba que hiciera una señorita seria llamar a mis padres y esperar que ellos arreglaran la pequeña trifulca que estaba por suceder y sabia que si se hubiera tratado de mí, lo único que el joven Black hubiera obtenido sería un entrecejo fruncido y probablemente una mirada amenazante pero esa pequeña castaña no era yo, sino Phoe, quien ni siquiera tenia cinco años y la única persona en la faz de la Tierra por la que yo me encargaría de que el infierno se congelase y los mares se secasen. Asi que fue sencillo llegar hasta el lugar donde ambos críos se encontraban y sin dar tiempo a una explicación, lleve una de mis manos a la altura del pecho del chico Black y con fuerza empuje hacia delante, mi acción lo tomo por sorpresa, vaya, incluso a mi me habia tomado por sorpresa, pero el chico disimulo su asombro demasiado bien.

—No. Toques. A. Mi. Hermana—murmure deteniéndome en cada silaba, me coloque de manera en que Phoe quedara exactamente detrás de mí.

El chico alzo una ceja. —No sabia que era una King.

—Como si fuera un Elfo Domestico—resople—, limítate a dejarla en paz.

—Solo quería...—pero fue interrumpido por un chico que fácilmente podría parecer su gemelo, a no ser por la diferencia de altura y las distintas maneras en las que lucían sus trajes.

—Reg—llamo—, padre dice que es hora de irnos, doy gracias a Merlín por eso—al terminar su recado, analizo la escena y se detuvo al ver la manera protectora en la que Phoe se mantenía detrás de mí—, ¿Qué está pasando?

—Nada—me atreví a responder mirando al que ahora sabia era Regulus Black, el mas joven de los hermanos.

Regulus asintió. —Nada.

—Bien, apresúrate, entre más rápido nos vayamos de aquí más rápido podre deshacerme de este absurdo traje de pingüino—termino de hablar, dio media vuelta y se fue.

Lo perdí de vista cuando maniobro entre las personas que llenaban el salón principal y una vez más, regrese mi vista hacia el joven frente a nosotras.

Parecia estar teniendo un debate interno hasta que finalmente camino con lentitud hacia mí, me puse alerta esperando cualquier cosa excepto que se inclinara —y aunque no era mucho mas alto que Phoe—, murmuro. —No quise parecer grosero, me disculpo contigo...

—Phoenix—la dulce voz de mi hermana se alzó—, mi nombre es Phoenix, pero Salem me dice Phoe.

Regulus asintió una vez más. —¿Puedes disculparme, Phoe?

Phoe alzo la vista buscando mi aprobación, pero mantuve un semblante inexpresivo, lo que haya sido que Phoe buscaba en mi rostro, lo encontró porque en menos de dos segundos el indicio de lagrimas habia desaparecido y le dio la bienvenida a una radiante sonrisa, extendiendo su mano hacia Regulus.

—Acepto tus disculpas.

Cuando Regulus estrecho la mano de mi hermana en un firme apretón, solo atine a fruncir aún más mi entrecejo, sacudí la cabeza, Phoe era asi, nunca podia estar molesta con nadie más de un par de minutos y confiaba en las personas como si las conociera de toda la vida.

Euphoria. © | SIRIUS O. BLACKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora