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— 𝗖𝗮𝗽𝗿𝗶𝗰𝗵𝗼𝘀𝗼 —

𝗧𝗵𝗲 𝖯𝗁𝗮𝗺𝘁𝗼𝗺 𝗼𝗳 𝗧𝗵𝗲 𝗢𝗽𝗲𝗿𝗮 𝗔𝘂!

— No logro comprender como siempre me arrastras a tus caprichos amorosos. — Murmuró Auron y cerró los ojos cuando la persona frente a sí empezó a chillar.

— ¡No son caprichos amorosos, gran necio! — Le gritó Lolito, dejando de lado los remos y casi abalanzandose sobre él mientras lo miraba destilando ira.

La barca se balanceo peligrosamente hacia la izquierda, y Auron trato de olvidar que ese lago conectaba con una canal de alcantarillas.

Sucede, pasaba y acontecía que hace más o menos tres meses a la Ópera de París había llegado a escena un nuevo grupo de recién graduados estudiantes de música, entre ellos un tímido y frágil Tenor de cabello oscuro y andar distraído que se hacía llamar Mangel. En primera instancia, pensó que, como siempre, ese chiquillo y su vida le importaría muy poco (Por no decir nada) a Lolito, pero al parecer, en su persona había más que esos grandes lentes y esos tristes cantos desentonados, porque en menos de un día, su amigo ya aclamaba su amor eterno hacía Miguel Ángel Rogel a los cielos.

Auron suspiró, preguntandose seriamente como es que había pasado de ser un tranquilo príncipe Persa con un cargo estable y un maravilloso hijo, a ser el único amigo de un  sociopata inestable con problemas de soledad, que vivía 5 pisos bajo tierra y que gastaba 5.000 francos al mes para comprarle caviar y cortes de carne de calidad a su pequeña perrita bizca.

— Oh, por supuesto que no Lolo, por su puesto que no. — Le dijo con ironía, viendo con cierto grado de sarcasmo a el caballo blanco que había robado el otro hace unos días, porque según, cuando su "Mi Niña" bajará hacía el lago, para ser su novio viviente y amarlo por él mismo, tendría que “Llevarlo como un rey por sus terrenos” porque por alguna razón que no entendía, Lolito pensaba sin ningún atisbo de duda que la Academia de Música le pertenecía en su totalidad.

El otro volteó a ver tambien al caballo y luego siseó, casi como lo hace una serpiente.

— Lolito no está encaprichado, Lolito ama a Mangel y Mangel amara a Lolito. — Empezó a murmurar en tercera persona, evitando su mirada y sentándose pesadamente muy cerca suyo, porque una de las cosas fabulosas de la persona a su lado era que el espacio personal de los demás le importaba casi tanto como la vida misma. Es decir, nada.

Auron intento ignorar el tema por el momento, ya que tarde o temprano sabía que él se daría cuenta de toda la rareza de la situación. Agarró los remos y otra vez, empezaron a deslizarse por el lago oscuro y brumoso.

Ellos eran amigos desde hace ya muchos años, y aunque había pasado algo de tiempo desde que se vieron por última vez, a las afueras de Karmaland, de dónde había ayudado a escapar a Lolito cuando el Shah declaró su captura y asesinato, él no había cambiado en absolutamente nada; Seguía teniendo este extraño sentido del humor que iba desde el más negro al ligeramente ingenuo; Con esta misma personalidad inestable que no parecía tener más emociones que la felicidad pura, la ira asesina y la tristeza pesada; Y con este mismo orgullo que parecía no trasbillar nunca, ni si quiera cuando vivía en la mierda... Literalmente.

No sabía si esa realidad le entristecía o le molestaba, pero el hecho era que no entendía cómo alguien podía sobrevivir tanto tiempo entre toda esa humedad y mal olor.

— ¡Él será mi novio viviente! ¡Vendrá aquí por su cuenta y luego nos casaremos en la más adorable de las iglesias! ¡Yo seré su marido y lo sacaré a pasear todos los domingos por la plaza dominical como cualquier otra persona, Daroga! ¡Cómo cualquier otra persona! — Siguió insistiendo con la voz chillona que siempre adoptaba cuando alguien se atrevía a contradecirlo en un tema que él consideraba, tenía la absoluta razón, es decir, casi todos.

𝗟𝗢𝗟𝗜𝗧𝗢𝗣𝗟𝗔𝗬𝗦 𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora