— 𝗥𝗮𝗶𝗰𝗲𝘀 —𝗛𝗮𝗻𝗮𝗵𝗮𝗸𝗶 𝗔𝘂!
Lolito nunca había sido fanático de despertar.
Cuando era apenas un niño había estado en cama casi todos los días hasta los 10 años. Salía y entraba de fiebres altas, respirando alientos húmedos mientras alucinaba de dolor. No recordaba muchos de esos días, sus memorias iban y venían como olas en una costa intranquila, saliendo y entrado de la inconsciencia en tramos intermitentes igual de confusos. Sin embargo, a veces solía mejorar, y cuando sucedía, su mente estaba tan cansada para hacer otra cosa que no fuera dormir todo lo que podía hasta una nueva recaída de salud.
Aún así, había cosas que recordaba.
Recordaba que dormir era una tarea agitada, llena sueños febriles, donde sus dolencias pasaban a segundo plano pero no se iban del todo. Recordaba que los momentos en realidad estaban llenos de esta capa de confusión que hacía que todo pareciera un sueño inquietante. Recordaba dedos fríos en su frente. Recordaba el olor a medicamentos, del alcohol, del desinfectante. Recordaba estar demasiado agotado pare registrar con claridad conversaciones en las que se le mencionaba. Recordaba una vez en particular donde se había despertado, y había respirado, y había visto, sin que nada le impidiera hacerlo, y luego se había levantado y había caído al piso.
Nada era especialmente reconfortante, todos esos recuerdos empañados por la amargura. Sin embargo, sabía que para ese entonces, para Lolito, despertar era parecido a volver a querer dormir, rogar para volver a la inconciencia, donde las cosas volvían a estar fuera de su alcance y pensamiento, y todo estaba en manos de los demás.
Cuando fue un adolescente la cosa no cambio mucho.
Se sentía cansado, pero no por falta de sueño. Se sentía angustiado, pero no porque estuviera al borde la muerte. Sentía dedos frío sobre su cuerpo, pero no como muestra de cariño. Todos le observaban pero no por preocupación. Estaba confinado a Su casa, pero no porque estuviera enfermo. Sus palabras no eran oídas, pero no porque no pudiera hablar.
Muchas cosas eran las mismas, pero también muchas otras no lo eran.
La diferencia más grande es que aunque le hacían sentir tan aterrado como un mal sueño, todo estaba allí, real, tangible, y dolorosamente nítido. No había una capa de angustiosa misericordia en la que olvidar. No había un pico de terror para terminar despertando. No había palabras de consuelo, ni manos que limpiarán sus lágrimas. No había un momento de tranquilidad donde pudiera descansar en brazos cálidos sabiéndose a salvo.
Así que, cuando estaba lo suficientemente exhausto, cuando sus lágrimas se habían secado, cuando su cama estaba abandonada, cuando la soledad tocaba su ventana y los pensamientos intrusivos su puerta, cuando todo se volvía demasiado; cerraba los ojos, esperando que fuera la última vez que tuviera que hacerlo.
Con cada despertar su alma se sentía un poco más vacía, su mente más agrietada. Día tras día, años tras año, y para cuándo había cumplido 18, lo que quedaba no era más que polvo. Ese día había quedado atrás las añoranzas tontas, los lamentos tristes, los pensamientos de autoconsuelo, todo, todo había sido consumido por la ira.
Incluso Él.
No sabia si había dormido, no sabía si había despertado, no sabía nada más que el sabor de la sangre en su boca, el olor a humo en su nariz, los gritos en su mente. Y para cuándo todo termino, no había más que dolor, dolor que mutaba del miedo.
Así, cuando por fin Lolito fue un adulto, no podía decir que fuera fanático de despertar. Despertar significaba, por puro concepto, que se había quedado dormido, y cuando estaba dormido era vulnerable.
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𝗟𝗢𝗟𝗜𝗧𝗢𝗣𝗟𝗔𝗬𝗦 𝗢𝗡𝗘 𝗦𝗛𝗢𝗧𝗦
FanfictionUn montón de One Shots únicamente centrados en Lolito y Auron, en diferentes universos, y con diferentes dinámicas. Xd