Lauren
Verónica no había parado de mirarme miéntras me entregaba fotos de chicas, tenía que elegir una de tantas, la escogería para ser mi esposa por seis meses, lo que tengo que hacer por la maldita herencia
Esto es una locura total, mi abuela no me quería del todo después de todo
¿Casarme para obtener su herencia?
Yo no me puedo casar
Yo no me quiero casar
Además quién podría aguantar mi humor de mierda
Después de que me dejaron con el corazón destrozado no volví a ser yo con ninguna otra mujer, solo con mis amigas, más no con ninguna otra mujer
Desde ese entonces me volví fría y sin sentimientos, juré que jamás volvería a creer en otra mujer
- Si señor ahora mismo vamos a la mansión - la miré con el ceño fruncido, ella colgó y me miró por unos segundos
- No me digas - me levanté ya sabiendo quién era - era mi padre ¿cierto?
- Si y me pidió que te llevara a la mansión - rodé los ojos, estoy segura que me saldría con lo mismo
- Seguramente me saldrá con lo mismo
- De eso sí estoy totalmente segura - rió - ahora vamos, no quiero tener un regaño por parte de tu padre
- Verónica, ninguna me va a soportar - rió
- Es por qué tú no dejas que te quieran y siempre corres a todas las mujeres que se te quieren acercar a ti - eso era verdad pero no quería ilusionarme otra vez y salir decepcionada
- Será mejor irnos - agarré mi chaqueta, y sin poder evitarlo rasque mis partes íntimas
- ¿Te pica lolito? - rió burlona
- No sé que le pasa pero últimamente me pica
- Déjame ver
- ¡Verónica! - se echó a reír
- Solo estaba bromeando ¿en serio te pica mucho?
- Si, la verdad no sé qué le pasa
- ¿Será que quiere comer? - su mirada pícara me hizo reír pero yo negué saliendo de su oficina
Todos los trabajadores bajaron un poco la cabeza al mirarme caminar frente a ellos, yo no lo sabía pero un día vero fue la que me dijo aquello, quizás lo hacían por el carácter serio que pongo con todos al salir, para nadie era una novedad que yo tenía un carácter fuerte en el trabajo
Como ya lo dije antes, soy una persona fría y sin amor
- Deberías de sonreír un poco Lau - reí un poco al estar dentro del auto, agarre el cinturón y me lo coloque
- ¿Contenta? - rió y negó
- No te lo dije por mi - giró a la derecha - lo digo por los demás, ¿tan difícil es que sonrías para los demás?
- Es lo que soy verónica
- No, te equivocas esa no eres tú - se detuvo al semáforo rojo - tú eres así por qué quieres ser así, pero la realidad es que tú eres una persona maravillosa
- Una persona maravillosa a la cual destrozaron
- ¿Puedes olvidarte de esa maldita mujer? Sinceramente no sé qué le viste, era una puta
- ¡Verónica!
- ¡Que! - gritó al mismo tiempo que freno con brusquedad - ¡Esa mujer era una maldita puta! ¡te dije que te iba hacer daño y lo hizo!