Continué hablando con Catriel, nos acomodamos como viejas chusmas a contarnos todo el chusmerío. Me comentaba alguno de sus viajes por todo el país, sus experiencias con sus exs, su amor por la gastronomía y algunos de sus peores clientes.
—... por suerte pudimos echarlo sin problemas, pero fue un cliente horroroso —dijo—, pero bueno, quién sabe qué se le pasaba por la cabeza en ese momento.
—Y bueno, pero nosotros quienes somos para juzgar...
—Así es la vida...
Nos miramos con complicidad y empezamos a las carcajadas.
—Por cierto, estás mucho más flaco que antes.
—Yo me veo más gordo, sinceramente.
—En realidad no, estás más flaco. ¿Cuánto estás pesando y midiendo?
—Mido 1,82, y la última vez que me pesé creo que pesaba alrededor de 58kg más o menos.
—¡Boludo! ¡Estás cadavérico! Vení, ya te preparo algo.
A pesar de que le insistí que no era necesario, Catriel me preparó un plato de pastel de papa. Lo disfruté muchísimo, hace demasiado tiempo que no comía una de mis comidas favoritas, y no comer desde ayer ya me estaba afectando bastante. El hambre que tenía, combinado a mi amor por la comida hizo que el plato no dure más de 5 minutos sobre la mesa, incluso no pude negarme a repetir.
—Acordate, cada vez que estés sin comer, o simplemente no tengas ganas de cocinar, vení que las puertas de mi casa, cocina y restaurante están abiertas siempre para ambos —dijo mientras me daba una bolsa con porciones para Fiorella
—En serio, muchas gracias Catriel, pero no quiero ser un aprovechado...
—¡Que no sos aprovechado, carajo! —respondió fuerte, me agaché sintiéndome un poco intimidado— Los quiero mucho a ambos, y lo que menos me gustaría es que la pasen mal.
Lo abracé con fuerza, mientras trataba de contener la emoción. Desde que me defendió de Darío y estuvo a mi lado en el hospital, supe que él era una persona altruista y cariñosa, y me alegra saber que no haya cambiado nada en todo este tiempo.
Fui a casa con entusiasmo y ganas de comentarle todo a Fiorella, tratando de no pensar en nuestra pelea, y disfrutando la belleza de la capital de Buenos Aires en el anochecer de invierno. Pasé por una plaza y vi a varios padres juntando a sus hijos para irse a casa, tal vez a cenar, tal vez a ver algo y a dormir, quién sabe. Tal vez tener un hijo no sea tan malo.
Llegué al departamento, Fiorella estaba durmiendo sentada en la mesa, con un plato de fideos a medio terminar. La llave se volvió a trabar cuando intenté cerrarla, pero en vez de hacer fuerza decidí dejarla ahí por ahora. Guardé la comida que me dio Catriel, los fideos que sobraron de Fiorella y lavé las cosas que usó para cocinar. Abrí la cama y la levanté para acostarla, me fue difícil debido a que perdí bastante fuerza por comer mal, a pesar de que ella es bastante chiquita y liviana.
La tapé con las sábanas y la dejé descansar, no tuvo un buen día hoy, y mi actitud inmadura sólo empeoró las cosas. Me puse a viciar un rato en la PC, esperando a que se haga la hora para irme a trabajar en el mismo bar que la otra vez. Después de un rato escuché algunos ruidos, me di vuelta y vi a Fiorella, notablemente desorientada, pero con una carita de recién despierta que la hacía ver demasiado tierna.
—¿Estás bien? Perdón por lo de hace unas horas, me encontré a Catriel y me dio algunas porciones de pastel de papa para que comas, las dejé en la heladera por si te agarra hambre.
—Cariño...
—¿Sí, mi amor?
—Abrazame, por favor.
Me acosté a su lado, ella se acostó en mi pecho y me abrazó.
—Te amo, y aunque esté embarazada o sólo sea un susto, no me dejes nunca porfa... —susurró
—No lo haré, mi vida, no lo haré...
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Un Cliché a la Inversa 2: Casi Súperestrella
Teen FictionPasaron varios años desde los hechos del libro anterior, Beatriz y Alexis perdieron el contacto por diversas circunstancias de la vida. Aún así, él todavía tiene la esperanza de volver a verla algún día. Por fuera, pareciera que la vida de Alexis es...