«No, eso lo puede hacer el que lleve el registro de todos los viajes, yo solamente quiero vivir aventuras y disfrutarlas, conocer nuevas personas y lugares. No quiero tener mi atención en nada más.»
Esas palabras que su nieto dijo en último momento, retumbaban de lado a lado en la cabeza de Zora. Allí, sentado completamente solo a la luz de la majestuosa luna, Zora meditaba minuciosamente todo lo que sucedía y estaba por suceder. No había cabida para nada más en su mente. Bebiendo a pequeños y pausados sorbos de su copa de licor replanteaba en sus momentos de debilidad, si todo esto era necesario.
[Zora]
—Me parece hasta contradictorio que hace un tiempo, pensaba que lo correcto era lo que veía, que mis acciones estaban bien cuando lo importante estaba lejos de mi comprensión. Y mírame ahora, he abierto los ojos y comprendo la verdadera causa, entiendo que para que un libro sea hecho hay que talar unos cuantos árboles y que el proceso para hacer el papel debe llevarse a cabo. Aún así, no quiero aceptar que para que el trabajo esté hecho, lleve semejante proceso.
«Yo velo por tí y tú por mí»
—Es verdad que la ignorancia puede llegar a ser una bendición —decía Zora hablando consigo mismo en voz alta—. No puedo pedir mejores nietos, los amo tanto a todos, han sido chicos muy buenos. Creo que para mí, su presencia es algo más de lo que merezco. Quisiera que estos momentos duraran más, que todo fuera un sueño y pudiéramos seguir así al menos hasta verlos crecer, tener sus hijos, su propia familia, ¿acaso es mucho pedir?
A medida que se lamentaba en su creciente embriaguez, recordaba su papel en todo esto. Ya hace unos días, en la residencia personal del Comandante Pacheko Cerrano le había quedado claro que no quedaba mucho tiempo. Las alarmas de posible intruso en la residencia presidencial alborotaban todo el lugar, por la simple razón que un viejo decrépito se había infiltrado. El movimiento dentro de la casa y fuera en el patio, jardín, azotea y todos los posibles lugares, formaba un embotellamiento de soldados que a penas era posible el paso.
—Comandante, no hemos podido interceptar al intruso —Se reportaba el joven soldado haciendo un ademán desde afuera de la puerta de la oficina.
—No hay problema, ignoren el acontecimiento, creo que solo fue algún animal que disparó las alarmas. Pueden regresar a sus labores —demandó Pacheko Cerrano, líder de la actual Light City. Pacheko es una persona alta, de tez morena, un bigote bien grande y exuberante que cubre su boca, así como un pelo corto bien canoso. Además porta unos espejuelos cilíndricos bien gruesos de un marco dorado.
—A sus órdenes, comandante —Dando medio giro sobre sí, procedió a acatar la orden.
En ese momento, todas las alarmas dejaron de sonar y regresó la calma.
—¿Está bueno el té de esa forma, mi querido Zora? —preguntó Pacheko.
—Está esplendido, gracias —respondió Zora.
La habitación con diseño de oficina, estaba amueblada de un color café claro, incluyendo las cortinas que cubrían la entrada al balcón. Todo de un estilo bien rústico, amaderado, incluyendo los bordes de la ventanas que estaban hechas con ladrillos y piedras lisas sin pintar. La oscuridad que proporcionaba este local casi cerrado acoplada perfectamente al objetivo de la visita. Ambos, sentados uno frente al otro mientras bebían su té caliente hecho de Sisea, planta que estimula muy bien los sentidos y ayuda al desarrollo cognitivo.
—Sin embargo, me sorprende que a tu edad aún puedas llegar a esta planta tan alta. Dime, ¿cómo hiciste para evitar a mi guardia personal? —proseguía Pacheko muy interesado en este tipo de detalles.

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Fallen Gear
Fantasy¿Alguna vez te has preguntado... qué es lo que se encuentra al final del arcoíris? Esta historia es desarrollada en un mundo post-apocalíptico donde la raza humana fue casi destruida hace cientos de años por una guerra nuclear llamada Armagedón, pr...