Bitácora #12: comienzos del fin. Parte III: Sky Falls

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«Soul Reaper, “La Parca” como mejor es conocida. Un arma cuya absurda existencia solo puede ser portada por quien haya luchado con la muerte en persona  y haber vencido. El simple hecho de estar cerca de ella me abruma, más aun sostenerla, eso sería un suicidio. Más absurdo me parece el caso de que Horace, “ese Horace”, no dudó siquiera  un segundo en usarla frente a todos por causa de mi hermano pequeño. Es que es ridículo poner en riesgo a tantos solo por una persona, aunque, tratándose de Horace, estoy seguro que tenía todo bajo control. No obstante, realmente fue peligroso, se cuenta que con tan solo mirarla puedes sentir como la muerte te abraza; esa sensación aun no puedo borrarla de la memoria de mis sentidos.

Sin embargo me sigo preguntando: ¿era realmente necesario todo eso? ¿Qué fue lo que vio? ¿Qué sintió? ¿Qué le impresionó a ese Horace que nada le impresiona? ¿Qué comprendió en ese instante que yo no pude? ¿Qué vio él en Akime como para llegar a ese extremo, santo cielo? ¿Una amenaza? No lo creo, o sea, es el enano de mi hermano. ¿Alguien peor que la muerte? Eso sí es el mayor de los absurdos. Sé que es malo darle mucho las vueltas al asunto pero, lo que ese día presencié no se va de mi cabeza tan fácilmente. Esta situación me hizo pensar que realmente quien estaba en peligro era yo.

Estoy consciente de la situación de mi hermano y sé que es una persona peculiar; siempre lo describo como una bestia, un animal salvaje. También estoy consciente de que tiene un gran corazón y su nobleza lo hace parecer inofensivo. Yo no juzgo, pero tampoco dudo. Tal vez en algunos años se convierta en una bestia peor de la que es ahora. Pensándolo mejor, todos estuvimos en peligro y como era de esperarse de Horace, lo vio primero que yo, algo que no comprendí hasta ahora. Aun me falta mucho camino por recorrer para llegar a estar aunque sea cerca de él. De verdad es alguien que no se puede calcular, por esa razón no concibo imaginar “algo” en este mundo que esté por encima de él, o al menos así lo veo yo.

Sé que ya estoy bastante crecidito para estas cosas, pero necesitaba al menos escribirlo en este antiguo diario que no uso desde hace bastante tiempo. Bueno, querido diario; ay esto me da vergüenza, no se para que lo escribo. Espero que esto no lo lea nadie nunca, menos que menos mi familia. A lo que iba, querido diario: hay algo que me inquieta y me quita el sueño todas las noches. Esa “cosa”, en el momento que mi técnica lo congeló, sonrió de una manera escalofriante y más aún, seguía consciente luego de estar en el corazón del iceberg. Sé que quien quiera que fuera no era Akime, es solo que la sensación que me provocó me advirtió que si le quitaba la vista de arriba o bajaba la guardia, seria devorado por mi hermano».

1ro de septiembre, año 3009. Escritos de Fuyume que nunca fueron leídos por nadie.

[…]

La noche había llegado antes de lo pensado, el tiempo había pasado volando. Muchos no notaron la diferencia debido al cielo plagado de nubes, pero otros si dedujeron la ligera distorsión en el flujo del tiempo. Un par de horas llegaron a pasar en minutos y también se podía sentir un pequeño aumento en la fuerza gravitacional de la tierra.

Desde una altura particular, Akime podía sentir el olor a humo proveniente de las casuchas quemadas. Cuando estuvo más cerca del suelo, pudo sentir un olor intenso a mortandad que provenía desde las cercanías. Olor a carne calcinada, sangre, escombros, podía olerlo todo perfectamente como si lo tuviese delante y no solo eso, su sentido de la audición aumento considerablemente. Al parecer estuvo relacionado con lo anterior y por el momento no parecía desaparecer.

Obviando el hormigueo que Akime sentía en todo su cuerpo, que era una sensación de como cuando estás creciendo o pasando de la etapa de niñez a la adolescencia; la voz de Luna pidiendo auxilio y a la vez la de Marlin llorando la muerte de su padre, mantenían el enfoque de Akime en solo esos dos casos ignorando todas las voces que había podido escuchar hasta hace unos minutos. No fue hasta que Akashiro pego las patas en la tierra que, Akime se desplomó en el único momento de tranquilidad que pudo aprovechar. Todo fuera de él seguía siendo un caos, pero el pobre chico necesitaba aunque sea cinco minutos para desahogarse. No era mucho pedir para un niño de solo diez años.

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⏰ Última actualización: Sep 29, 2024 ⏰

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