Sentía como el café se esparcía por mi boca, estaba delicioso, me gustaba el café que hacía esa señora. Lo hacía tal cual como me gustaba. Coloqué aquella taza en la mesa y observé a mi suegra. Ella miraba al... ¿Suelo? Ni siquiera comprendía a dónde observaba, sólo sabía que su mirada estaba pérdida.
–Quiero matar al maldito que hizo ésto.
Yo realmente no sabía que esas palabras habían salido de mi boca. Pensé que aquellas palabras se habían quedado en mi mente... La mujer que me acompañaba empezó a llorar, y aquello estuvo peor para mí, puesto que también empecé a hacerlo. No sabía qué sucedía, no comprendía cómo ésto le había ocurrido a ella, a mi chica. De un momento a otro la había perdido. Ni siquiera podía pensar algo razonable y coherente.
No sé qué pensar, no sé cómo sentirme.
Ahora de un momento a otro ella sólo no me recordaba. Me sentía miserable, sentía lástima, enojo, tristeza, rencor... Quería encontrar a ese hombre que le había hecho ésto a mi chica, quería encontrar y matar al hombre que le había destruido la vida a mi mujer. Ahora ella no me recordaba, no recordaba a sus padres, no recordaría su talento, no recordaría su vida. Ahora Camila jamás me recordaría... Me ha costado comprenderlo, o mejor dicho, me ha costado aceptar todo ésto ahora.
¿Y de ahora en adelante qué sucederá? ¿Cómo podré afrontar ésto? Sinceramente nunca en mi vida nada me ha afectado tanto cómo ésto, pero es que ¿Cómo ésto no me va a afectar?
Ahora sólo ella no me recordaba.
Dos semanas desde que tomó la conciencia. Dos semanas en los que mis días habían sido demasiados miserables. Sinu ya la había visto, ya había hablado con ella, y esa mujer no paraba de llorar mientras me contaba como había sido, la comprendía, sólo me disponía a abrazarla sin decirle nada en lo absoluto, honestamente sólo no sabía qué decirle.Pero yo, yo no la había visto, yo me negaba a hacerlo, no era capaz de verla luego de un año y sólo tener que presentarme nuevamente porque ella no me recordaba. Sólo la había visto en aquella camilla algunas veces cuando no había despertado. La observaba y yo ni podía creer aún. Todo pasaba al frente de mí y yo aún no creía que aquello estuviese ocurriendo. Y puede que suene patético pero me dormía con la esperanza de que al día siguiente ella me llamaría diciéndome que estaba bien y que pronto nos veríamos, pero no sucedió porque realmente ella sí tuvo ese accidente, realmente ella perdió la memoria. Realmente Camila no me recordaba.
Habíamos dejado aquel llanto, luego de algunos minutos. Y yo no era de llorar al frente de las personas, realmente, era la primera vez que Sinu me veía de aquella forma.
Durante éstas dos semanas sólo había venido en pocas ocasiones a ver a los padres de Camila, no podía con mis pensamientos, menos podía afrontar la situación. Ni siquiera habíamos hablado hasta ahora.–Ella no me dijo que vendría. –le dije mientras limpiaba mis mocos sueltos por el llanto anterior.
–Era una sorpresa. –pronunció en susurro. –Yo estaba muy emocionada cuando me dijo que vendría.
–No habíamos hablado, poco a poco habíamos perdido el contacto.
Y sí, de llamada todos los días, habíamos pasado a escasos saludos y a veces a ni siquiera escribirnos durante días. Eso era devastador para mí.
–Llegué a pensar que estaba siéndome infiel. –confesé.
–No, ella sólo quería darte una sorpresa.
–¿Cuál sorpresa? Ella sólo descifraba otras cosas. –observé el suelo recordando.
Recordando cuando le escribí preguntándole qué sucedía, por qué de un momento a otro sólo dejamos de comunicarnos, ella sólo me decía que estaba ocupada y que todo entre nosotras estaba bien. Y yo aceptaba aquellas respuestas y hacía todo para mantener mi mente ocupada y que aquello no me afectará, aún así no servía, puesto que siempre mis pensamientos me torturaban.