–Podríamos hacer una reunión. –pronunció la mujer mientras servía café. –para que la familia vea a Camila, mayormente.
–No lo creo, Sinu. –ahora habló Alejandro con seriedad viendo a su esposa.
–Para que los conozca y se familiarice. –aclaró. Y yo al igual que el hombre no estaba de acuerdo.
–No Sinu, sólo han pasado dos días... Ni siquiera tiene confianza con nosotros.
–Espero no les moleste que me entrometa, pero pienso lo mismo, Camila aún está incómoda con nosotros. –dije. –creo que debemos esperar más tiempo.
–Claramente, hay que esperar, darle tiempo.
–Quiero lo mejor para ella. –nos observó diciendo la mujer. Fruncí mi ceño.
–Entendemos, Sinu, pero en éste momento, eso no es lo mejor. –aclaró el hombre. Ahora yo asentía dándole la razón.
–¿Ya estará despierta? Son casi las doce del día. –dijo ella viendo el reloj en su pared.
–No hay problema, que salga de su habitación cuando se sienta cómoda. –fueron mis palabras.
Yo había despertado temprano, seguramente si hubiera estado en mi apartamento hubiera despertado también a ésta hora, y más ahora que mis ánimos estaban por los suelos.
–Hasta mañana tengo libre en mi trabajo. –confesé a la pareja. Ambos me observaron. –De igual forma puedo estar aquí de vez en cuando, ya saben que mayormente trabajo desde casa.
Y si fuera por mí, dejaría mi trabajo y estuviera cada momento con Camila, para mí no sería un problema, pero simplemente no podía hacerlo, no tenía a nadie, era independiente, además debía darme los lujos que yo quisiera porque así era mi modo.
——
–Ya debo irme. –dejé un corto beso en su boca. Sólo observé cómo hacía una mueca de desagrado.
–Quédate conmigo, no vayas a trabajar. –fueron sus palabras para rodearme con sus brazos fuertemente. Impidió que me alejara de ella.
–Quisiera, pero no puedo, Camz. –musité.
–No trabajes más, yo puedo trabajar para las dos. Así pasarás más tiempo conmigo, Lauren. –yo reí con ironía.
–En tus sueños, Camila. –fueron mis palabras intentando alejarme de ella y fallando en el intento. –Debo trabajar, sabes que me gusta hacerlo para tener lo mío.
Ella sólo ignoro mis palabras y metió sus manos por debajo de mi camisa. Tocando con sus dedos mi espalda y trazando garabatos con los mismos. Automáticamente intentó subir mi camisa para quitármela. Se lo impedí. Por más que quería estar con ella, no podía hacerlo... Moría por sentir sus manos tocando mi cuerpo pero justamente, no podía quedarme.
–Quédate conmigo hoy. –miré sus ojos. –espero volver y verte aquí en mi cama, mi vida. –ella negó.
–Me estás dejando, Lauren. –rodó los ojos. –Te vas a ver al estúpido ese que te tiene ganas. –sólo pude reír en burla.
–Él sólo trabaja conmigo, además yo soy muy lesbiana y muy tuya. –fueron mis palabras.
–Vete, yo me voy también. –me empujó levemente y se levantó de la cama. Me mantuve observando como se cambiaba de ropa.
–Ya, Camila, ven conmigo entonces.
–¿A dónde iré? –me miró interrogante. Sabía lo que quería y se lo permitiría.