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–¿Estás bien? –escuché su pregunta justo cuando salí del baño. Ella se encontraba en la misma posición, aún tenía mi celular en sus manos. Miré la pantalla del dispositivo y vi una de tantas fotos que tenía junto a ella. Exactamente esa, justamente esa que se mostraba significaba muchísimo para mí.

–¿Sientes algo al ver esas fotos? –cuestioné ignorando su pregunta anterior. Aprecie como arrugó sus labios. Me observaba, sabía lo que hacía, pensaba y analizaba mi pregunta.

Se tomó unos segundos para responderme, los cuales fueron más que eso, fueron una eternidad. Cada segundo que transcurría hacía cada parte de mí aún más vulnerable. Pude notar como apretada su mandíbula fuertemente. Creía que se esforzaba en responderme... Yo seguía mi observación, mis ojos divagaban torpemente por su rostro, y más que eso un sinfín de emociones pasaban en mí y prevalecían en mi cuerpo y conciencia.

–Nos... Nos veíamos alegres. –fueron sus palabras. –Enamoradas. –añadió. –Realmente felices.

–Lo éramos, Camila. –murmuré, aunque aquellas palabras habían sido más para mí.

Intentando evitar ese escenario no muy agradable, caminé hasta el armario y lo abrí. Rebusqué entre aquellas pocas prendas pero sólo estaba nerviosa porque sentía su mirada. Sentía como si sus ojos indagaran cada centímetro de mi cuerpo. Que el silencio nos inundara hacía todo más incómodo y algo aterrador, amaba el silencio, pero lo anhelaba si era un silencio agradable y angelical.
Pude recordar nuestros anteriores momentos, cuando el silencio se apoderaba de nosotras, pero, la diferencia era que esos sí eran momentos agradables. La diferencia era que en aquel silencio tan tentador yo podía apreciar sus orbes cafés, podía disfrutar del tacto suave de su piel. La diferencia de aquellos momentos era que podíamos quedarnos en horas y horas silenciosas y siempre serían cómodos para ambas.

–Perdóname, Lauren. –me dijo. Escuché sus pasos dirigiéndose hacía mí. Me tensé, no sabía porqué pero lo hice. –¿Podrías mirarme?

Después de recibir esa llamada de Sinu, luego de eso, no comprendía como mis emociones eran tan simultáneas. No comprendía como mi actitud había cambiando tan drásticamente. Luego de recibir la noticia y observar como era cierto lo que le había sucedido a mi mujer, yo no podía controlarme. Antes de eso creía que me conocía, creía que podría controlar cada parte de mí, pero lo cierto era que estaba errada y siempre lo estuve, pues ahora no podía tenerme algún tipo de control.

Aún así, me volteé en su dirección. Con la respiración irregular pude observar sus ojos. Ella tenía sus facciones neutrales, ella no mostraba algún tipo de amor.

–Perdóname. –volvió a decir. –Yo intentaré enamorarme de ti... In... Inten... Intentaré amarte.

Y como si aquellas palabras hubieran sido inmensos cuchillos filosos caí al suelo. Sentía mis rodillas arder, puesto que ellas habían llevado el mayor impacto. Realmente sólo dejé de sentir la fuerza para estar de pie. Solté el primer sollozo, no quería hacerlo pero no podía evitarlo. Entonces yo sólo consideraba que después de todo, no me conocía del todo. Pueda que sólo deban sucedernos cosas realmente desafortunadas y desagradables para confirmarnos a nosotros mismos si sabremos como afrontar aquello, para saber si realmente actuaremos como teníamos pensado.

Puse mis manos en mi boca como si aquello pudiera detener mi llanto. Sentía como lágrimas hacían su recorrido hasta desaparecer en mi mandíbula, dejando mi rostro mojado. Por eso no tenía algún tipo de control en mi cuerpo... Mi llanto fue mucho peor al sentir los brazos de Camila rodearme. Hizo que pusiera mi cabeza en el hueco de su cuello, mientras que su otra mano divagaba en mi espalda.
Sentir su aroma entre mis fosas nasales pudo haberme calmado pero fue lo opuesto, aquello sólo logró que mi estado fuera aún peor.

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