Toqué el botón de timbre de aquella casa y cortos segundos después la mujer abrió la puerta. Me envolvió con sus brazos para luego pronunciar un saludo. Pasé a su hogar y me indicó que pasara a la cocina. Lo hice y me encontré con Alejandro, que seguramente también acababa de llegar, puesto que aún seguía con el uniforme de su trabajo.
Saludé al hombre y me senté en uno de los bancos de aquel comedor.
–Ya que estamos todos, tengo noticias para ustedes. –fueron las palabras del hombre mientras se quitaba su abrigo y lo colocaba en una silla que se encontraba en la esquina. –Me conseguí con las personas de la empresa que llamaron...
–Vuelvo a disculparme por no haber ido a acompañarte, Alejandro, hoy realmente tenía mucho trabajo. –confesé apenada, un tanto desilusionada.
–No hay problema, pude afrontar la situación, Lauren... –intentó tranquilizarme el hombre.
–Ya dinos qué sucedió. –le habló su esposa.
–Nos encontramos en un restaurante, fue un hombre y una mujer, tenían un estilo particular, así como el de Camila, ellos me comentaron que estuvieron comunicándose con Camila y claramente, no obtuvieron respuesta. Ya las semanas de vacaciones habían pasado. –iba hablando el señor. Yo sólo me disponía a oír cada palabra que salía de su boca. Ésto se trataba de Camila y me importaba. –Les conté lo que sucedió, ellos no lo creían al principio, quedaron en shock, o al menos eso pude notar...
–Se entiende, Alejandro... –interrumpí al hombre.
–Ellos nos contactaron por la información privada de Camila. Ellos quieren pruebas sobre el accidente y quieren verla a ella... –nuevamente interrumpía al hombre.
–¿Cómo es eso? ¿No creen lo que sucedió? ¿Cómo qué pruebas? –cuestioné y apreté mi mandíbula con algo de molestia.
–No sé cómo funciona todo eso, sinceramente, pero eso dijeron ellos... También dijeron que cuando los trabajadores de esa empresa tienen problemas le dan un porcentaje para ayudarles.
–¿Cuándo deben verla? –preguntó Sinu y espere ansiosa la respuesta del hombre.
–El domingo. –sólo respondió. Aún faltaban varios días, había tiempo.
–Ahora seré yo la que irá a verlos. –avisé a la pareja. –Iré con ella, no tengo ningún problema, además, no quiero que sucedan más inconvenientes.
Ahora simplemente no sabía si eso era lo correcto. Claramente ya ella no trabajaría más en esa compañía, y claramente no estaría relacionada a eso de la fotografía... Aún así creo que tenía algo de sentido todo lo del porcentaje hacía sus trabajadores.
Sin querer pensar más en eso dejé a la pareja sola y subí a la habitación donde dormía cuando me quedaba en ésta casa. Había sido un día agotador. Sólo quería apagar mi mente por unas horas largas y así evitar que en ella estuviera cualquier tipo de pensamiento. Los músculos de mis brazos dolían, hoy había cargado más peso de lo habitual.
Decidí tomarme un baño pero cuando estaba por entrar oí como tocaban la puerta. Agarré la toalla y la enrolle alrededor de mi cuerpo, puesto que ya me había quitado todas mis prendas anteriormente. Me dirigí a la puerta y la abrí.
–Hola, Lauren. –saludó curiosa. Observó mi cuerpo y nuevamente posó su vista en mis ojos.
–Hey, Camila. –elevé la comisura de mis labios esbozando una leve sonrisa.
–¿Puedo pasar?
Sus palabras me habían sorprendido, realmente no me esperaba aquello, aún así me aparté de la entrada permitiéndole el paso. Ella entró e instantáneamente se sentó en el centro de la cama. Miraba mis ojos fijamente y ahora me sentía intimidada... Sólo quisiera saber qué pasaba por su mente.