Malas Noticias

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-¿¡PERO QUE MIERDA!?- Un estruendoso ruido se dejó oír, era una voz familiar para Jackson ya que era su padre.
-Papá... puedo explicarlo. Pensé que llegaban mañana- Mencionó el rubio, tratando de mantenerse tranquilo.
-¿Que podes explicar? Qué estás de putas cómo un maricon en mi propia casa ¿eso podes explicar? Sos un desgraciado, un maricon de mierda. No te quiero ver mas por acá, sos una decepción para toda la familia Jackson. Ándate- Dijo enfurecido el padre del chico dorado, sacando a rastras a su hijo mientras miraba con asco al castaño.

El ojiazul y el rubio salieron de la casa apresurados, tratando de cubrirse lo más posible.

Jackson y Louis se habían quedado en casa del rubio por unos días, supuestamente la familia del chico no llegaba hasta el miércoles. Así que ambos estuvieron en la sala, pasados de copas y decidieron jugar un rato, jugar a ver quien la ponía más dura y quien gime más fuerte.
Cuando Pablo -padre de Jackson- entro al comedor, se encontró con su hijo y un desconocido desnudos, como si su casa fuera un antro.

Obviamente Jackson no merecía la barbaridad de insultos y denigración que había recibido. Pero su padre no era de lo más hogareño cuando se trataba de un gay en su casa.

[...]

Louis y Jackson se encontraban en casa del ojiazul, ambos se habían duchado - por separado - para calmar los ánimos y sacar la mala vibra de sus cuerpos. Luego almorzaron una sopa de verduras y pollo ya que hacía frío y sus cuerpos necesitaban algo caliente.

Los dos subieron directo al cuarto y se sentaron frente a frente, para hablar.
-Louis... hay algo que tengo que decirte
-Sip ¿Que pasó?- Preguntó el ojiazul con un tono de voz suave.
-Creo que lo mejor va a ser que nos separemos, tomarnos un tiempo, un punto en la línea. No se como le quieras decir... yo te amo Lou, pero mi padre no acepta esto y nunca lo hará. Lo siento tanto- El chico dorado hablaba firme, como si no le doliera.

Al castaño se le habían formado lagrimas en sus pequeños ojos que ya recorrían sus mejillas para caer encima de la sabana.

Louis podía ver su mundo caer poco a poco, un agujero en el estómago se le había formado. No podía creer lo que el rubio le estaba diciendo.
Se había quedado sin el chico dorado, sin su chico dorado.

-Umh... no Jack. Por favor te lo pido, no me dejes, no vos. Te necesito a mi lado, sos mi todo, por favor- El ojiazul rogó, rogó sin dignidad. Con lágrimas esparciéndose por toda su cara, el rubio lo miraba con lastima.

Jackson no quería terminar con Louis pero para mala suerte de ambos el padre no iba a permitir esa relación. El chico dorado ya había pasado por eso, con otro novio que tuvo, su padre lo había golpeado hasta sangrar, ahorcado sin dejarlo respirar, sacado sus cosas a la calle. Todo porque era gay.

Lo dejo volver a casa luego de jurar que nunca mas volvería a tocar a un hombre, que eso era una enfermedad. El padre lo aceptó devuelta en la casa pero desde ese entonces las cosas siempre estuvieron tensas. Esta vez iba a ser muy difícil que lo vuelvan a aceptar, necesitaría más que un simple juramento.

El ojiazul se quedó llorando en su cama cuando Jackson se marchó. Estaba solo, otra vez.
Triste, desolado, derrumbado.
Su llanto se interrumpió cuando la madre del castaño llamó a la puerta.

-Amor ¿Todo bien? Ya tenemos que ir a la cita con el médico, para que nos diga cómo te encuentras
-Si mamá, ya bajo- El ojiazul contestó cortante, con el tono de voz seco, distante.

Johanna y Louis partieron al hospital.
Hoy tocaba revisión, un poco de quimioterapia y los resultados de su último análisis. La madre del ojiazul decía que todo iba a estar bien ya que habían seguido estructurada mente las recomendaciones del doctor López

-Louis, lamento comunicarte que el Cáncer ha avanzado. Se que no era lo que esperabas, nosotros tampoco pero así es esta enfermedad, un día piensas que estás mejor y al otro día te abofetea bajándote a la tierra. Lo siento mucho, son malas noticias para vos y para mi, no me gusta dar estos avisos pero ese es mi trabajo- El doctor hablaba sin parar, mientras que el ojiazul se perdía en todo lo que decía. Palabras complicadas salían de su boca.
-Señor, sea directo por favor. Dígame a donde se expandió el cáncer- Dijo el castaño ya hartó de tanto barullo.
-Si claro, como prefiera... el tumor se expandió a los pulmones. Lo vamos a luchar con más quimioterapia, será difícil pero el resultado dará frutos, se lo puedo asegurar-

Louis inmediatamente pensó
-Primera regla de ser médico: nunca jurar/prometer nada relacionado con la enfermedad del paciente, aunque sea lo más mínimo siempre hay un 0,0001 de posibilidades de morir-

[...]

Eran las 03:00 de la mañana cuando el ojiazul se encontraba escribiendo cómo se sentía en su vieja máquina de escribir.

Un golpe irrumpió el silencio eterno de la casa, provenía de su ventana.
El castaño decidió abrir la ventana cuando otro piedrazo se dejó oír, era Harry.

-¡Harry! ¿Se puede saber que mierda tratas de hacer?- Protestó el ojiazul casi susurrando.
-¡LOUIS! Mi amor, mi vida, mi bombón, mi caramelo, te extrañe - El ojiverde gritaba gangoso como si estuviera loco.
-¿Que te pasa? ¿Por qué hablas así? No te entiendo
-Déjame subir Lou... ¡yo te amo! ¡NO ESTOY DROGADO! ¿Cuantas veces te lo tengo que decir?- Exclamó el rizado mirando a la izquierda, como si alguien más estuviese ahí, pero solo estaban Louis y Harry en la oscura noche.
-Dios mío, nene te drogaste. ¡Sos un boludo eh! Anda a la puerta principal que ahora bajo y te abro-Dijo el ojiazul cerrando la ventana.

El castaño se dirigió enfurecido a la puerta de entrada donde estaba el rizado arrodillado mientras vomitaba en una maceta de su madre.

Harry tenía unas pintas horribles y ni hablar de su aroma. Olía a marihuana, seguramente se fumó un porro, pero el ojiverde no fumaba... ¿o si?
También tenía algo blanco en la nariz, como si fuera harina. Louis no sabía bien que era pero agarro al rizado de la remera y lo metió a la casa mientras lo llevaba al baño para desvestirlo y así por fin sacarle el espantoso olor a vomito y marihuana que llevaba con él.

-¡JA! Pervertido, te agarré, me queres sacar la ropa pero no te lo voy a permitir- Gritó gruñon el ojiverde.
-Shh hazz, por favor hace silencio, mi mamá y hermana están durmiendo. Ninguno de los dos es pervertido, solo soy yo, Louis- Contestó el ojiazul tratando de calmar los ánimos y mojando la cabeza del rizado con suavidad.
-Ouh ¿Lou? ¿Mi Lou? Te extrañe amor... te extrañe
-Bueno, está bien. Dale tenes que ayudarme así vas a dormir ¿me escuchaste?- Mencionó el castaño pasando el shampoo por los rizos de Harry.

Louis llevó al ojiverde a su cuarto y le puso un pijama de minions que tenía guardado en su placard para luego recostarlo y taparlo, dejando un pequeño beso en la frente del rizado haciendo que esté agarrase fuerte la mano del ojiazul.
-Quedate a mi lado, por favor. No te vayas- Dijo con los ojos entrecerrados Harry.

Después de tanto tiempo se reencontraron, el mismo escenario que unas cuantas veces atrás. Los dos en la misma cama, agarrados de las manos, uno dormido y otro desvelado.

-Que lindo es sentirte cerca mío hazz, haces que los malos días se tornen buenos- Dijo Louis hablando sólo, ya que el rizado había entrado en un sueño profundo en el cual nadie podía despertarlo.

Los malos días se tornaban buenos cerca de Harry, o así lo pensaba Louis.
El ojiazul tenia tantas preguntas por hacerle al rizado que seguro ni Harry supiera tanto, pero eso lo haría mañana cuando los dos estén despiertos y consientes.

El ojiazul se quedó un rato largo apreciando la persona a su lado, un rizado, ojiverde, con lunares por todas partes. Era precioso, pero su mejor amigo. Nada más que mejores amigos.

Antes de cerrar los ojos Louis se dijo a si mismo -Las malas noticias traen consigo buenas- esperando que la enfermedad se cure para vivir aunque sea un poco más.

I'll love you till deathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora