Precipicio

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Al día siguiente del cumpleaños de Louis, Harry había estado triste, demasiado para ser sinceros.

El ojiverde no había salido en todo el día de la cama al recordar las duras palabras de su mejor amigo "Estoy de novio, con Jackson". Trataba de pensar en positivo, pero no había por sacar nada bueno de esa situación. Estaba mal que Louis este con Jackson, primero fue Harry quien amo y amaba incondicionalmente al castaño y segundo porque el ojiazul y ojiverde estaban destinados para estar juntos.

El rizado ahogado en lágrimas y la soledad viviente de su casa decidió ir por un ibuprofeno, para el dolor de cabeza. Un solo ibuprofeno, uno solo.

Agarro tres, se los coloco en la lengua para tragarlos con un poco de whisky, seguido de eso tomó más alcohol combinando muchas variedades cómo: vino, vodka, tequila, cerveza, ron, y todo lo que estuviese a su alcance.

No podía parar, mientras absorbía cada gota de su vaso lloraba más fuerte, impotente por la furia que sentía de no ser el novio de Louis.

Dejo de beber cuando su mente se tornó en blanco, saliendo a la terraza y prendiéndose un cigarrillo, colocándolo en sus labios.
El viento hacía volar sus rulos y apagar el fuego del encendedor, estuvo ahí observando las otras casa por unos minutos, mirando hacia abajo donde se podía ver la calle oscura y solitaria.

Solitaria....
Solitario estaba él.
Sin nadie a su lado, sin padres, hermanos, amigos.
Parecía que nadie lo quería y que por eso todos lo dejaban solo.
¿Acaso era una carga para los demás? El ojiverde no entendía que estaba haciendo mal.

Pensó, pensó mucho. Muchas cosas iban y salían de su mente, pensamientos suicidas llegaban para no irse.
¿A quien le iba a hacer falta?
-A nadie- se contestó solo el rizado.

De pronto se encontró trepándose al barandal de la terraza, a punto de hacerlo. Con una botella en su mano, el cigarrillo en su boca, el viento firme. Solo debía saltar, debía hacerlo.

-Se siente como estar en el precipicio- Relató Harry al aire- está bien, quizá esto es lo que me merezco ¿no?.... No- Gritó aterrado aferrándose al barandal- ¡No quiero morir! No ahora-

El ojiverde lloró demasiado bajó la luz tenue de la noche mientras tomaba un café negro para bajar el alcohol que corría por sus venas.
Se quedó dormido en el sillón del gran comedor, con el hogar prendido y la manta por el piso.

[...]

-Siempre es lo mismo con este pendejo, es un vago de mierda. Nunca hace nada pero siempre pide- alguien quejándose había entrado a la sala, ya que el ojiverde se había despertado por los ruidos. Era su padre.
-Mamá, Papá. Hola ¿Cómo están?
-¡Imbecil! ¡Encima tenes el tupé de preguntar cómo estamos! Vivimos trabajando para que vos estés acá como un inservible de mierda. ¡Sos un idiota!- Exclamó Eduardo dándole una cachetada a su hijo de la furia.

El hombre robusto se fue enfadado del comedor, subiendo las escaleras para dejar solos a Harry y su madre, Carlota.
-Hijo querido. Perdónalo, ya sabes cómo se pone- Dijo la mujer de pelo negro dejando pequeños mimos en el cachete rojo, donde su marido golpeo- tuvo una junta complicada, la negociación iba mal y bueno asuntos de trabajo amor...
-¿Que te paso en la muñeca Mamá? ¿Devuelta te pegó? Juro que si lo hizo esta vez no me voy a quedar callado- Dijo entre preocupado y furioso el rizado.
-No mi niño, sabes que no podes decir nada. Ya hablamos de eso. Ahora ve a tu cuarto, asi tu padre no te ve y te lastima- Contestó la pelinegra tratando de verse apaciguada.

El rizado obedeció.
Cuando estaba en su cuarto se puso a ver en su celular algunas fotos viejas de su galería, la mayoría eran de Louis y él. Mientras observaba cada una con atención, lágrimas recorrían sus mejillas trayendo consigo recuerdos y momentos de esas épocas.

El ojiverde río cuando un video de ambos sacando la lengua y cantando Adele se reprodujo. Se secó las lágrimas y apagó el teléfono, dejándolo en la mesita de luz.

Agarro un libro que el castaño le había regalado hace un par de navidades, se llamaba "Si tu y yo fuéramos tu y yo" lo abrió y lo cerró al leer la introducción.

El título -Si tu y yo fuéramos tu y yo- quedó en su mente por un par de minutos.
Si Harry y Louis tan solo fueran ellos podrían ser felices, podrían ser la pareja que tanto deseaban y anhelaban.
Ambos se amaban, pero aveces el amor no era suficiente. Se necesitaba de otros factores para estar en pareja con alguien, cómo estar en la misma sintonía, cosa que ellos dos no lo estaban.
El rizado no podía aceptar su sexualidad. En cambio, Louis era abiertamente homosexual.

[...]

El ojiverde se levantó el jueves por la madrugada, bajó las escaleras y caminó a paso lento hacia la gran y lujosa cocina. Una vez más en la casa solo estaba él, se podía ver una facción triste en Harry pero ya estaba acostumbrado. Siempre era él y nadie más que él.

Agarro su tazón con café mientras se dirigía a la terraza, se sentó en un banco apoyando la taza a su lado para luego colocar un cigarro entre sus gruesos y rosados labios, prendiéndolo.

El cigarrillo hacía que toda esa angustia en su pecho se fuera, ya era parte de sí. Una rutina.
Harry era bastante rutinario, siempre solo o con Louis, el ojiazul se había ido también, así que volvía a lo primero.

El rizado estuvo bastante tiempo pensando en cómo tomarse lo del Cáncer del ojiazul. Sabía que al castaño no le gustaba que mencionaran el tema de la enfermedad, pero evitarlo no haría que se fuera.

Si algo malo le pasaba a Louis el ojiverde se moría, definitivamente moría.

Harry al terminar su cigarro se fue de la terraza, hacía frío y necesitaba calor.
Optó por un shot de tequila o mejor la botella entera.

Deambulo por la casa con la bebida en su mano derecha, tambaleándose de lo ebrio que estaba. Una gota más podría llevarlo al coma elíptico, de pronto se tropezó haciendo que la botella se estalle contra el piso, lo que causó una lastimadura en su pierna, un pequeño pero grueso vidrio se había incrustado en la pantorrilla del rizado.

Harry se dirigió al baño y trato de sacarse cómo pudo el cristal. La sangre chorreaba por su pierna, le daba impresión, se colocó un poco de alcohol etílico en la lastimadura y una venda para que la sangre no se esparciera.

Otra vez estaba cansado.
Cansado de todo, de todos.
Quizá caer del precipicio al final del día no era tan mala idea.

I'll love you till deathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora