El Origen del Mal: Tom Ryddle

Halloween con Flamel

¿Cuándo se puede estar seguro de que se ganó?, cuando se ve al oponente perder...

El tiempo pasaba en Hogwarts y las cosas no mejoraron para Tom. De hecho para todos los estudiantes de séptimo curso las cosas estaban cada vez peor. Todos parecían cansados, confusos y atareados, los profesores no dejaban de asignarles trabajos complicadísimos todos parecían creer que las propias eran las única, más importantes asignaturas, hasta las clases de adivinación habían perdido su encanto. Tom que se la pasaba en la biblioteca entre sus materias para los EXTASIS y sus preparativos para los horocrux ya casi no bajaba de la biblioteca, solo salía de su lectura para comer (algunas veces).

Después de los tiempos del terremoto Tom se había dado cuenta de que no podía perder más tiempo, cada día que pasaba era una oportunidad para morir, una oportunidad que no estaba dispuesto a tomar. Cada día se complicaba más sus planes, ahora no solo April lo perseguía e intentaba saber qué era lo que planeaba, si no también Dumbledore, nunca lo había visto pero estaba seguro de que lo vigilada. Dumbledore no descansaría, ni Tom lo haría.

Tom estaba más que decidido, de hecho ya desde el verano anterior había planeado la producción de su primer horrocrux, pero no podía creer lo mucho que su suerte cambiaba de un momento a otro. Después de la muerte de la madre de April, su suerte parecía mejorar April se unió a sus mortífagos y eso era un paso más para el éxito, pero después del terremoto le parecía casi imposible poder cumplir su plan en el plazo establecido, pero no podía rendirse.

La verdad era simple: Tom que nunca ocupó ayuda de nadie, para su nuevo plan ocupaba sin duda de seis personas.

Tom que nunca había gustado de la compañía de nadie solo soportaba a April por una única razón: sus horrocruxes, era tan simple y macabro. Después de mucho pensarlo Tom llegó a la siguiente conclusión: estaba dispuesto a crear siete partes de su alma. Pasaría por alto la advertencias de su profesor de pociones sobre la debilitación de su alma. Siete es el número mágico, el número perfecto.

Tenía que tomar precauciones, no quería provocar el mismo la pérdida de su alma, debía utilizar siete artículos con un nivel mágico propio y poderoso, artículos valioso con el fin de utilizar la mayor cantidad de magia acumulada en ellos para así aumentar su poder y disminuir los efectos de partir su alma. Además tenía que sacrificar magos, pero sería mejor utilizar a magos realmente buenos, con eso se cerciorará de mejorar aún más los horrocrux.

Cuando el verano pasado había pensado convertir el anillo de su tío en uno de los envases de su alma, en la única persona que pudo pensar indicada para sacrificarla por él fue April, y cuando su profesor de pociones le confirmó que necesitaba sacrificar vidas, pensó en ella, en todo el tiempo que la había tenido que soportar y que por fin estaba por dar frutos.

Cada humillación que ella le había hecho pasar serían por fin cobrada y la vida de April tendría valor al fin.

April era una bruja fabulosa, inteligente, talentosa, hábil, era perfecta como ofrenda. Tenía uno, ahora solo necesitaba seis magos igualmente poderosos para poder utilizarlos en la elaboración de restantes horrocruxes, pero April era un buen inicio. Una prueba. El primero.

Aunque tenía otro problema: Dumbledore, él nunca lo permitiría.

Siguiéndolo por todas partes no podría crear su primer parte de alma dentro del castillo.

Además de otro enorme problema. April, ella era tan lista, tan astuta que no le resultaría difícil descubrir que pretendía él. Tom tenía que valerse de las artimañas más elevadas para poder engañarla, ella era realmente diestra, pero al igual que Dumbledore tenía un defecto. Ella pensaba que laa personas podía cambiar, que podía llegar a corregir sus pasos. Tom sabía que eso era exactamente lo que tenía que hacer para tenerla dominada junto a él, hasta el momento preciso donde pudiera utilizarla al salir del castillo.