Rompiendo Fronteras

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¿Será que por fin la serpiente aceptará sus miedos o se dará cuenta de lo que pasa....? 

Los segundos pasaban y Tom empezaba a sentirse impaciente, ella no parecía dispuesta a soltarlo y por más feliz que se encontrará Tom por todos sus imprevistos éxitos, no le agradaba la idea de que alguien abriera y lo encontrará con April, no sería bueno para su reputación. Además empezaba a sentir algo muy extraño en su rostro, tenía las mejillas calientes. Ella había superado el límite que muchos otros antes que ella había deseado no superar, una barrera que nadie nunca había querido ni podido pasar...

April por fin se apartó, miraba al suelo ya no lloraba pero era evidente que estaba destrozada. Tom sintió algo incómodo en el pecho, pero no tuvo tiempo de fingir no saber lo que le pasaba.

La puerta se abrió de par en par, una despeinada y agitada estudiante de su misma casa entró en la sala. Tom no la conocía, pero le resultó familiar, era evidente que la había visto en la sala común o algo así, Tom no solía fijarse en nadie, nadie más que la gente que le traía algún beneficio.

La chica al ver a April respiró profundo y gritó:

—Tyler, te he buscado por todo el colegio —por su forma de respirar parecía que decía la verdad, estaba muy agitada— no sé qué ha pasado todo estaba normal y luego empezó a hacer cosas raras —la chica hacía movimientos intensos con las manos parecía exhausta de recordar cómo habían ocurrido las cosas. April por su parte parecía aterrada —no fue mi culpa, te demoraste demasiado— dijo la chica, parecía ser sincera como si hubiera hecho hasta lo imposible para que, lo que fuera que estuviera pasando, no pasara. En ese momento Tom la reconoció, era la misma chica que la noche anterior había visto cuchichear con April en la sala común.

April se llevó las manos a la cabeza y dijo para sí:

—No puede ser posible que vaya a perder todo mi esfuerzo justamente hoy — y a toda velocidad justo antes de que Tom o la chica fueran capaces de decir nada más, empezó a correr, salió de la sala casi atropellando a la chica. Tom se apresuró a seguirla.

Era evidente que se dirigiría a la sala común, April parecía haber tomado fuerzas de un lugar recóndito que Tom no conocía (de nuevo) y corría a gran velocidad. Tom con gran esfuerzo la alcanzó justo antes de llegar a la puerta escondida que llevaba a su sala. Tom se moría de curiosidad, llevaba meses preguntándose qué era lo que April se tenía entre manos, pero él no lo descubriría aun, entraron a la sala común que se encontraba desocupada en su totalidad, todo el colegio se encontraba comiendo o seguían en el campo de Quidditch murmurando por todo lo ocurrido. La chica corrió a las recámaras de las chicas, subiendo con gran agilidad los escalones que la dirigían a ese lugar, pero en cuanto Tom puso ambos pies en el primer escalón la escalera desapareció y se transformó en una rampa, Tom se deslizó y cayó en el suelo de la sala común desparramado.

Tom lanzó una blasfemia al aire mientras se incorporaba agradeciendo que la sala se encontraba desocupada, se acercó a una mullida silla y se lanzó murmurando para sí.

No podía descubrir que estaba haciendo ella, pero al menos sabía que lo más probable era que se hubiera arruinado. Esperaba que así fuera. Esperaba que todo el perfecto mundo de April se arruinara.

Tom siempre la envidio.

April tuvo lo que él merecía tener. Él debió nacer en una acaudalada familia pura, debió de gozar del prestigio de su apellido, vivir como un mimado niño rico y bobo como la mayoría de sus compañeros de casa. En cambio era un don nadie. Un mestizo gracias a su estúpida madre pura, que creyó las patrañas de un muggle rico y atractivo que ya no vivía. Gracias a ella ahora Tom era pobre y huérfano. Nunca había tenido gran cosa, había tenido que compartir todo en su vida, todo lo que poseía era usado. No contaba con la libertad, el dinero, el prestigio, nada. Pero eso cambiaría.

El Origen del Mal: Tom RyddleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora