Prólogo

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“Consecuencias de una apuesta”

 ¿Sabes sobre aquellos rumores sobre las asiáticas y sus planes "yawi" bizarros?

Pues Stanley Marsh no, aunque tampoco le interesa si eso ayuda a que pueda comer por las próximas tres semanas.

Pues Stanley Marsh no, aunque tampoco le interesa si eso ayuda a que pueda comer por las próximas tres semanas

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—Butter- No... Leopold... —El azabache tenía la mirada fija en el suelo.

—¿Si, Stan-ley? —Algo extrañado por el comportamiento de su amigo esperó atentamente a sus palabras.

—Tranquilo, no hace falta que me llames así... Llámame como quieras, ya sabes jaja... —Sus manos comenzaban a sudar dentro de sus guantes y su chaqueta le comenzaba a sofocar, su respiración se volvió pesada e incluso se sentía mareado. —Y-Y-Yo... Umm... Tu... ¿Sabes? —comenzó a balbucear cosas sin sentido mientras sentía que colapsaba.

—Stanley, ¿Pasa algo? Estás actuando algo extraño... —ladeó la cabeza un poco confundido por los balbuceos del azabache —¿Hay algo que me quieras contar? —se acercó lo suficiente para poder ver y escuchar mejor al otro.

—Amm si, de hecho... —metió sus manos en los bolsillos de su chaqueta y comenzó a balancearse suavemente sobre sus pies, acto que delataba su claro nerviosismo y cosa que Leopold no paso por alto.

«¨Ugh Stan, deja de ilusionarte con unos sentimientos que jamás serán correspondidos, a Butters no le gustas idiota, ya bájate de tu nube...¨», se reprimió a si mismo ante aquellos estúpidos pensamientos donde cabía la posibilidad de que Leo le correspondiese.

Suspiró y finalmente lo miró a los ojos, notando con cierta tristeza aquella marca que le dejó Kenny hace algún tiempo cuando jugaban a los ninjas, sonrío y volvió a suspirar.

—Verás, estás últimas tres semanas han sido toda una montaña rusa de emociones para mí, ha sido una experiencia maravillosa y nunca terminaré de agradecerte por eso, ya que de no ser por ti seguramente hubiera terminado muerto de hambre en algún lado —comenzó a reír contagiando a su acompañante. —Lo que quiero decir es... Gracias a ti pude salir adelante a consecuencia de una estúpida apuesta con mi padre, de nuevo; gracias por todo Leo.

Cautivado por las palabras contrarias, el rubio abrazó al azabache y comenzó a reír suavemente

—Stanley... T-Tú me gustas mucho, y realmente quisiera que ahora fuéramos una pareja de verdad.   

   

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Consecuencias de una apuesta ‹DESCONTINUADA›Donde viven las historias. Descúbrelo ahora