Halagos

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Megumi limpió con una toalla la gota de sudor que se había caído de su rostro, estaba demasiado cansado y se le notaba en el cuerpo. Sus párpados sin querer se tocaban en algunos momentos de la mañana, ni el ejercicio físico le hacía despertarse totalmente.

La anterior noche no había dormido casi nada, en su cabeza se repetían todas las letras de la carta y se hacían nudos que se rompían para hacer otras con diferentes palabras. No quería reconocerlo, pero se había quedado toda la noche despierto pensando en ella. ¿Debía aceptar sus disculpas?

En cierto modo veía todo esto como una tontería de niños, una disculpa que después de tantos años emergió de la sombra. Pero aunque no quisiera aceptarlo su corazón guardaba algo dentro después del día de la pelea, supuso y quiso creer que era solamente rencor hacia la contraria. Sin embargo, aquel carácter tan peculiar no intentaba dejar el tema apartado. Hacer un spoiler falso de un libro no tenía perdón, la sonrisa burlona de la muchacha que le hacía sentir pequeño aún teniendo un gran orgullo. Y lo peor, aquella letra de médico era un desastre.

Observó de reojo como varios compañeros se acercaban hacia la pista improvisada de tenis que habían creado el año pasado.

Dentro de poco se iba a celebrar el Festival de Intercambio entre la escuela de Kioto y durante esa semana iban a ocurrir varios partidos de diferentes disciplinas. Itadori iba a participar en la de baloncesto junto a Megumi, pero el pelirosado seguramente se apuntaría en algunas más debido a su gran fuerza y a su manía de no decir un por respuesta. Mientras, Nobara estaba pensando en meterse al dos contra dos de tenis.

En ese momento Nobara estaba disputando una partida contra una de las chicas. Veían quiénes eran las mejores entre todas las que querían entrar al torneo y las apuntaban juntas.

— Una victoria más... —murmuraban en las gradas.

Fushiguro sonrió por dentro al ver a la castaña reír a carcajadas por la victoria, a diferencia de él Nobara se lo estaba pasando en grande. Itadori se había quedado jugando con unos chicos de segundo y así aprovechaba para practicar el tiro. Sin duda él amaba el deporte, y menos mal pensaba Fushiguro, ya que así al final del día estaba menos hiperactivo.

—Oh, ¿la última es Saya?

Abrió los ojos al escuchar aquel nombre y fijó su mirada en la muchacha que se iba acercando a la cancha.

La de cuencas jade llevaba una coleta alta que se estaba bajando por la pesadez de su gran cabello, pero aún así le quedaba bastante bien además de iluminar mucho más la cara. El uniforme de gimnasia no era la gran cosa y estaba claro que ni a ningún chico ni a ninguna mujer le quedaba bien.

Saya botó tres veces la pelota sin perder la mirada en ella, parecía que estaba haciendo un ritual o alguna manía que tenía cada vez que empezaba un partido. Varios tenistas solían hacerlo. Ella sonrió y elevó la pelota hacia arriba propinándole un gran golpe con la raqueta.

Megumi entrecerró los ojos al verla sonreír tan burlona. Entonces, ¿aquella sonrisa de lado no solo se la mostraba a él? Aún moviéndose de un lado a otro manteniendo una gran fuerza y resistencia en cada golpe Saya seguía sin perder la compostura, y mucho menos la sonrisa.

Desde varios metros pudo escuchar a Nobara suspirar rabiosa, empezaba a oler a quemado ya que su furia se iba calentando.

— Ey Yoriichi, ¿Cuánto van? —preguntó el muchacho de cabellos rosados que había aparecido en el mejor momento.

— Nobara va ganando por solo un set. Este set es el decisivo. —habló al nombrado.— Saya ha sido la única que ha provocado un empate.

Itadori miró sorprendido al muchacho para enfocar nuevamente su vista en el juego.

Canela || Megumi FushiguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora