A solas

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Con sumo cuidado los brazos de Fushiguro dejaron el cuerpo de la contraria sentada en una de las camillas de enfermería. El silencio se volvió dueño de aquel lugar frío dónde las cortinas oscuras no dejaban entrar ni un rayo de sol y el olor a fármacos y desinfectantes se hacía notorio.

Shoko Leiri, la cuál era la enfermera de la escuela de Tokyo, por alguna extraña razón no estaba en su puesto de trabajo. Quizás se encontraba ayudando a alguien afuera o simplemente le había apetecido un cigarro. No obstante llevaba ya cinco minutos sin volver a su lugar.

Megumi por dentro quería irse pero a su vez su cuerpo no le dejaba, no podía dejar sola a la contraria después de todo lo que había pasado antes.

Saya observaba desde el rabillo del ojo los movimientos lentos y apagados del joven. Parecía estar impaciente o hasta en gran parte nervioso. La muchacha se había empezado a sentir mal por el momento incómodo que estaban viviendo los dos juntos. Su primer pensamiento fue en sí leyó la carta que ella le había dejado secretamente escondida en su libro. Pero el que más le causó controversia fue el recuerdo de ellos dos de pequeños y aquella pelea sin sentido.

Sin poder evitarlo una risa salió de sus labios.

— Ese día, ¿que te dijeron en casa? —preguntó Saya abriendo por fin la brecha del silencio entre ellos dos.

Megumi bajó la mirada al escuchar su voz. Sabía a qué día se estaba refiriendo aún sin habérselo dicho la contraria. Sin querer al no saber que contestar retomó durante unos segundos el silencio que había sido notorio durante unos minutos. Tuvo que ser nuevamente Saya quién rompiera el hielo.

— Mi padre se enfadó mucho mientras que mi madre se estuvo riendo de la pelea durante semanas. —habló con un tono suave con una pequeña sonrisa en su rostro.— Me quitaron de Artes Marciales después de eso.

La expresión tranquila junto a sus ojos brillantes verdes como las hojas de los árboles había llamado totalmente la atención de Megumi. Como contaba aquella pequeña historia le había causado algo nuevo dentro de su estómago, su cerebro no era capaz de escuchar otra cosa que no fuera la voz gentil de ella. Sin saber muy bien la razón, se dibujó una curva en sus labios finos y sus pestañas descritas por Saya como olas del mar se alzaron para mirarla más profundamente.

— Entonces, esa es la razón por la que tu golpe dolió tanto. —pronunció Megumi.

— ¿Dolió mucho? —preguntó sorprendida Saya por la continuación de la conversación.

— Y tanto. —rió en voz baja, aquella barrera entre ellos dos se había roto por fin.

— Perdóname, en ese momento sentí que era la mejor opción. Además, nunca me habías caído bien.

Aquella confesión en vez de causar un revuelo o un enfado causó todo lo contrario, los dos estudiantes rieron a la par sabiendo que lo que había dicho había sido totalmente sincero.

— Leíste la carta, ¿no? —indagó Saya causando la sorpresa del contrario.— Después de ese día ni me querías ver en clase.

— Fue extraño, nunca pensé que después de tanto tiempo recordaras nuestra pelea. —se sinceró, nerviosamente empezó a jugar con finos dedos. — Además, nunca había recibido una carta.

— ¿En serio? ¿Ni en San Valentín?

— Nunca. Esa festividad es solamente funcional para las parejas.

— Entonces me alegro de que haya sido la primera persona en escribirte una carta.

Megumi sintió un alivio en todo su cuerpo, la tensión del ambiente había disminuido considerablemente. Ahora mismo solo eran dos estudiantes hablando pacíficamente. Saya se pudo dar cuenta de que en realidad el contrario no era alguien de pocas palabras, simplemente no le apetecía empezar las conversaciones.  No parecía alguien aburrido después de todo.

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⏰ Última actualización: Apr 03, 2022 ⏰

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Canela || Megumi FushiguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora