Prógolo.

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Israel estaba levantado desde hacía varios minutos. En tiempo recórd se había bañado, peinado, vestido, y ya estaba desayunando. Su madre lo miró feliz.

— Te ves emocionado hijo —.

— Hoy es un gran día mamá, voy a hacer lo que planee durante casi un mes ¡Será un gran día! — dijo Israel feliz. Hoy era el día, por que era el día.

Dejó el pueblo Hojaverde apenas terminó de desayunar, y corrió hacia Pueblo Arena para ver a su León.

Hoy era el día en el que Israel se le declararía a León, el aprendiz del Prof. Seebal. Llegó feliz al laboratorio, donde estaba el Prof. Serbal haciendo sus estudios.

— ¡Profesor! ¿Sabe dónde está León? — Israel iba directo, no le importa ser descortés.

— ¿León, por qué lo buscas? — pregunto el profesor, ignorando al rubio.

— Es que… ¡Voy a declararme a León! —.

Serbal lo miró rapidamente. Su plan de hacerse más famoso usando a su aprendiz se iría abajo si el rubio cumplía su cometido. Tuvo que idear algo rápido, y gracias a que Platinum, la chica vecina de ese niño, había llegado antes que él, que una idea rapidamente le vino a la mente.

— ¿Te le vas a declarar, lo amas? —. Israel analizó la pregunta un segundo.

— Si, lo amo, es… mi motor, es mi alegría, es para mí muchas cosas — dijo Israel, convencido. Serbal le puso una cara triste.

— Oh… que pena… pero… León me ha dicho que él ama a Platinum —.

El corazoncito de Israel crujió al escuchar eso. Sus picos de su cabello se hicieron hacia abajo, y unas pequeñas lágrimas amenazaron salir de sus ojos. Empezó a negar con la cabeza. Sentía que si hablaba, iba a soltar solo balbuceos.

Serbal lo llevó hacía una ventana, donde al asomarse, vió a León y a Platinum hablar, reir juntos. León estaba con su hermosa sonrisa, pero él no era quien la producía, si no la chica peliazulada.

— León… pero yo lo amo…

Si lo amas, entonces déjalo ir — le dijo el Prof. Serbal, mientras Israel veía hacía fuera. León se veía… tan feliz con Platinum… qué… era cierto. Tenía razón. De reperente lo vió.

¿Por que León quisiera estar con alguien cómo él? León era serio, responsable, calmado… y él era alocado, sentimental, distraído… no funcionaría. En ese momento, no dijo más, solo salió del laboratorio triste, mientras Serbal estaba feliz de que su plan había resultado. El niño era tan impulsivo que con eso le sirvió.

Israel regresó a su pueblo, pero no tuvo el valor de entrar a casa. Su mamá le preguntaría por qué estaba así, y no iba a soportarlo, tal vez ella hablaría entonces con la mamá de Platinum, y está con su hija, y lo que menos quería es que si Platinum sentía lo mismo por León, ella se alejara. Con eso en mente, se dió la vuelta y volvió a salir del pueblo, está vez hacia Ciudad Jubileo. Rodeó Pueblo Arena, y llegó a esa ciudad.

Iba como un zombie, con el corazón destrozado, en su mente se repetía una y otra vez esa escena, y su imaginación le hizo imaginar a León, en un altar, esperando a Platinum. Iba tan distraído que no se fijó cuando llegó al aeropuerto, y compró un boleto a algún lugar lejano.

No tuvo que esperar mucho, y en menos de una hora ya estaba listo para irse. Estando ya ahí, se dió la libertad de sollozar un poco. Miró su región una última vez, antes de que se perdiera por la altura.

Tal vez fue una desición extrema, pero simplemente no podía pensar claramente. Quedarse le haría recordar a León, y estaba decidido a no interponerse en el romance de sus… amigos.

Con eso, se acomodó, y se dió el lujo de dormir un rato.

El serio y el loco || ~Clingyshipping~ || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora