Capítulo 1

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Por fin el día había llegado, hoy llegarían a Hogwarts. La joven deseaba poder ver a su hermana y ver la cara que se le quedaba al verle ahí. Tuvo suerte de que le eligieran para ir, ya que todos eran mayores de diecisiete y era casi la única menor de esa edad. Habían aceptado por sus condiciones, puesto que podía servir de ayuda. Lo malo es que sería la única alumna de otra escuela que daría clases, pero no le importaba.

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Nació el 23 de octubre de 1980 en Francia de manera inesperada. Sus padres querían tener un pequeño viaje con la hija mayor antes de que naciera, pero se adelantó y acabo naciendo allí.

Creció en Reino Unido junto a su hermana y sus padres, le gustaba la escuela, aunque no le agradaba que le compararan con su hermana mayor a cada momento.

El día que su hermana cumplió los once le llegó una carta del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, cosa que sorprendió a sus padres. No tenían claro si dejarla ir o no, pero tras hablar mucho del tema consiguieron convencerles. Era algo que la emocionaba mucho y le alegraba.

A la menor le llegó la carta de la Academia Beauxbatons a principios de verano, antes de que su hermana se fuera a su primer año, asombrándoles. No se esperaban tener dos brujas en la familia, aunque a ella no le chocó tanto. Tras saber de la magia se fijó más en lo que sucedía a su alrededor cuando se enfadaba o asustaba, notaba que muchas veces sucedían cosas que no sabía explicar.

Como se indicaba en la carta, un representante de la academia le recogió para comprar todo y le llevó a casa con lo que necesitaba, excepto la varita. Durante el viaje, la directora quiso verla y le explicó que los profesores sabían su condición y le explicarían lo que hiciera falta en inglés (muchos lo hablaban). Por suerte, tanto su hermana como ella entendían el francés, gracias a las clases en la escuela muggle y a sus padres que eran grandes fanáticos de Francia.

Fueron en familia al callejón Diagón para comprar su primera varita y algunos libros que Hermione quería para entender este nuevo mundo al que ambas pertenecían sin saberlo.

Al llegar al Pub, prefirió no fijarse en los extraños clientes que había y les siguió hasta la parte de atrás. Salieron a un callejón sin salida, o eso pensó hasta que Hermione tocó los ladrillos con la varita y estos se movieron hasta dejar el paso a una calle concurrida.

La menor estaba maravillada con todas las tiendas que veía. En otro momento podríamos verlas todas con detenimiento, en ese momento solo deseaba poder comprar su varita. Por suerte, no tenían que cambiar dinero, sino habrían tardado más.

Caminaron hasta una tienda que era estrecha y de mal aspecto. Sobre la puerta, en letras doradas, se leía: «Ollivander: fabricantes de excelentes varitas desde el 382 a.C.». En el polvoriento escaparate, sobre un cojín de desteñido color púrpura, se veía una única varita.

Cuando entraron, una campanilla resonó en el fondo de la tienda. Era un lugar pequeño y vacío, salvo por una silla larguirucha donde sus padres se sentaron a esperar. Miro las miles de estrechas cajas, amontonadas cuidadosamente hasta el techo. El polvo y el silencio parecían hacer que le picara por alguna magia secreta.

—Buenas tardes —dijo una voz amable.

Un anciano estaba ante ellos; sus ojos, grandes y pálidos, brillaban como lunas en la penumbra del local.

—Buenas —contesto.

—Señorita Granger, Vid, 10 ¾ ", nervio de corazón de dragón. E imagino que ella debe ser tu hermana.

—Sí, soy Daira Laetitia Granger — respondió seca.

—¿Con qué brazo coges la varita?

—Con el izquierdo — le contestó. Al principio era diestra, pero se convirtió en zurda. Era una manera de diferenciarme de Hermione.

La hermana de Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora