Capítulo 4

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Llamo a la tienda donde imagino que dormiría la directora y el profesor Garnier. Era pronto, pero le ordenaron que nada más llegar les avisaría.

—¿Directora? ¿Profesor Garnier? ¿Estáis ahí? — pregunto y vio salir al profesor Garnier.

—¿Señorita Granger? —dijo antes de aparecer ante su vista.

—Buenos días, profesor.

—Pensaba que llegarías más tarde —le comentó el profesor, se notaba que acababa de levantarse porque tenía los ojos medio cerrados.

—No sabía que el traslador salía tan pronto.

—Será mejor que te instales, es la tienda de la derecha —le informó.

—Muchas gracias, profesor. También, quería pedirle permiso para pasar el día con mi hermana, al fin y al cabo, no la veré en todo el curso.

—Vale, pero llega antes de que empiece el partido o la directora se enfadará muchísimo — le advirtió, señalándome con el dedo —. Ah, y estas exenta de la comida si quieres.

—Sí, no se preocupe. Muchas gracias—le contestó, dejándolo tranquilo y entro a su tienda.

La tienda era enorme, le encantaba la magia. Había varias habitaciones con camas individuales y alguna que otra litera. Fue buscando hasta que encontró una habitación libre, que debía ser la suya y dejo la mochila encima de la cama. Sin hacer ruido salió de la tienda y se dirigió hacia el prado dos, donde se quedaban los Weasley.

Se quedo sorprendida cuando vi las tiendas cubiertas de una espesa capa de tréboles, y daba la impresión de que unos extraños montículos habían brotado de la tierra. Dentro de las tiendas que tenían las portezuelas abiertas se veían caras sonrientes.

De pronto oyó los nombres de los que buscaba.

—¡Harry!, ¡Ron!, ¡Hermione!

Intento escuchar la voz para poder ir a donde estaban, por suerte no tardó en hablar de nuevo.

—¿Os gusta la decoración? —preguntó la misma voz—. Al Ministerio no le ha hecho ninguna gracia.

—El trébol es el símbolo de Irlanda. ¿Por qué no vamos a poder mostrar nuestras simpatías? —dijo una mujer—. Tendríais que ver lo que han colgado los búlgaros en sus tiendas. Supongo que estaréis del lado de Irlanda — la joven consiguió ver a su hermana y no tardo en llamarla.

—¡Hermione! — no solo se giró ella y sus amigos, sino también los chicos y la mujer que estaban hablando con ellos.

—¿No deberías estar con tu academia? — le preguntó de manera reprobatoria, como si fuera una madre que regaña a su hijo travieso.

—Me dieron permiso para pasar el día con vosotros.

—Perdona por ser grosero, pero ¿quién eres? — preguntó un chico de pelo ceniza.

—Laetitia Granger, encantada — le respondí y le miró sorprendido.

—Es mi hermana pequeña — terminó de aclararle las dudas.

Se fueron después de asegurarle que estaban a favor de Irlanda, aunque, como dijo Ron:

—Cualquiera dice otra cosa rodeado de todos ésos.

—Me pregunto qué habrán colgado en sus tiendas los búlgaros —dijo Hermione.

—Vamos a echar un vistazo —propuso Harry, señalando una gran área de tiendas que había en lo alto de la ladera, donde la brisa hacía ondear una bandera de Bulgaria, roja, verde y blanca.

La hermana de Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora