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-¡Lexi! - levanto la mirada -. Te estás perdiendo la foto. 

-Perdón - sonrío y miro a la cámara. 

Bloqueo mi teléfono y lo dejo en el escalón. Maddy me mira con los ojos entrecerrados, habíamos pasado la última semana organizando su cumpleaños, y durante esa semana hubo más de una ocasión en la que no le ponía atención por mandarme mensajes con Fez. Y cuando me llamaba, me apresuraba a decir que era algo de la obra. Pero Maddy no parecía creerlo.

-¿Quién te habla tanto, Lexi? - dice Maddy.

-Nadie - digo demasiado rápido. 

Me señala con su dedo índice y una enorme sonrisa en el rostro, el resto de las chicas se giran a verme. 

-Y eso una grande y maldita mentira - dice -. Te estás ruborizando, Howard. 

Ruedo los ojos y miro a mi madre en busca de refugio. Pero lleva los últimos días más atenta a mí de lo normal, dice que sonrío demasiado desde esa vez que vi a Rue comiendo ensalada en la tienda de Fezco. Como si hubiera sido ese suceso tan inusual lo que me tiene sonriendo como tonta. 

Mi mamá alza una ceja y sé que no me ayudará, quiere saber con quién hablo tanto que no me puedo quedar quieta para una foto con Maddy por su cumpleaños. Y mi plan era contestar los mensajes a Fez mientras el resto estaban distraídas con las foto como para ponerme atención, pero al parecer nada se le escapaba a Maddy. 

-No hagas esto sobre mí, Maddy. Es tu cumpleaños - guardo el celular y coloco mis manos en los hombros de Kat -. Anda. 

Todas posamos para la foto y entonces mi mamá presiona el botón, el flash me deja ciega por un rato. 

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Desde que Cassie entró a la preparatoria, nuestra casa ha sido un lugar seguro para ella y sus amigas. Mi mamá las dejaba tomar, por lo general ella no lo hacía para cuidar de ellas pero con el paso del tiempo, empezó a beber hasta acoplarse con ellas. 

Tal vez no sea lo más correcto al ser una madre y la adulta responsable de nosotras, pero los adolescentes siempre encuentran una manera de zafarse de las correas que ponen los padres en sus cuellos. Y mientras más ajusten el collar, más fácil es saber quitárselo. Es mejor hacerles saber que pueden confiar, aunque tal vez mi mamá da un poco más de confianza. 

Por ejemplo en este instante, tratando de hacer twerk, pero es divertido al ver como Maddy y BB la alientan. Entonces Maddy se acerca a mí y me toma de las manos, BB dice que irá por otra cerveza. 

Me quedo bailando con Maddy mientras que mi mamá sale al patio para encender el jacuzzi. 

-Gracias por preguntarle a tu mamá - me acerca a un abrazo y sonrío. 

-No es nada - miro a mi alrededor -. Ahora que no hay nadie te puedo dar tu regalo. 

-¿Qué? - sonrío y la llevo conmigo hasta la sala -. ¿Recuerdas ese cuento que se mojó de jugo de uva?

-¿Caperucita roja? - asiento.

-Sí, pero decías que era tu edición favorita porque Caperucita se parecía a ti. 

-Oh, Lex - la miro y la sorpresa casi hace que me quede muda. 

-¿Acabo de hacer que Maddy Pérez se ruborice? - me da un manotazo -. ¡Oye!

-No le digas a nadie o te dejaré calva - paso mis dedos por mis labios simulando una cremallera. 

Abro las puertillas en la parte baja del mueble y saco la bolsa de regalo, está cubierta de brillantina negra. Maddy toma la bolsa y saca el papel picado hasta sacar el cuento. El que tenía cuando era niña se arruinó una tarde cuando al jugar con mi hermana, se derramó jugo de uva sobre las hojas y las letras se mezclaron con los dibujos. 

It Will Come Back | Lexi & FezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora