CAPÍTULO 8: Un amanecer juntos

1.1K 57 0
                                    



ADAM WOOD

Mientras mi auto devoraba las calles oscuras de la ciudad, la promesa de Margot de testificar zumbaba en mi mente como un eco de victoria. La noche era una aliada silenciosa en nuestro camino, y cada luz de la ciudad parecía guiarnos hacia un destino que hasta hace poco parecía incierto.

A mi lado, Allison, perfilada contra el paisaje urbano nocturno, compartía el mismo aire de triunfo contenido, su mirada perdida en el horizonte de luces y sombras. —Vamos a brindar por esto—le dije, captando su mirada. Ella sonrió, un gesto que sabía ocultaba tanto como revelaba, y asintió. Estábamos en sintonía, no solo en nuestra lucha por desentrañar la verdad, sino en algo que se movía en las sombras de lo no dicho, un juego peligroso pero irresistible.

El recuerdo del beso que compartimos en el evento era como una llama en la penumbra de mi mente. No era un hombre dado a las distracciones, pero aquel instante había sido una excepción, un momento de debilidad o quizás de claridad, en el que todo lo demás se desvaneció, dejando solo la sensación de sus labios, un fuego suave pero insistente que desafiaba mi control.

Al llegar, aparcé el auto con la precisión que me caracteriza, y nos encaminamos hacia la entrada de mi refugio, mi santuario. Mientras abría la puerta, dejé que la luz tenue desvelara un espacio que reflejaba mi mundo: elegante y minimalista, con toques de colores oscuros que representaban mi personalidad, una mezcla de sofisticación y misterio.

—Bienvenida a mi hogar—dije, mientras observaba a Allison entrar. Ella se detuvo un momento para observar el espacio, sus ojos recorriendo las líneas limpias y los detalles de mi casa.

—Es diferente a lo que imaginaba—dijo Allison, su voz filtrándose en el aire cargado de expectativa. Se quitaba el abrigo lentamente, revelando su silueta en un gesto que atrajo mi atención de manera instantánea.

El lugar era un reflejo de mí: muebles modernos pero funcionales, arte contemporáneo en las paredes, y una iluminación que creaba un ambiente de intriga y confort. Cada pieza tenía una historia, una batalla ganada, una noche sin final.

Mientras ella exploraba con la mirada, sentí un deseo creciente de acercarme, de romper la distancia entre nosotros. Pero me contuve.

—Me agrada—dijo finalmente, depositando su abrigo sobre el sofá. —Tiene carácter, como su dueño.

—Brindemos por la victoria de hoy—agregué, llenando nuestras copas con un vino que sabía a victoria y peligro.


ALLISON MILLER

La noche avanzaba, y con cada botella de vino que se vaciaba, la atmósfera se cargaba de una intimidad inadvertida, un acercamiento silencioso que no había sido planeado. Adam compartía fragmentos de su infancia, palabras que dibujaban un paisaje lleno de contrastes, de luces y sombras que habían moldeado al hombre frente a mí.

Observaba cada rasgo en él, cada línea que esculpía su rostro, cada gesto que revelaba su esencia. Sus cejas pobladas enmarcaban una mirada penetrante que parecía perforar el velo de mis propios secretos. El cabello, ligeramente desordenado, añadía un toque de rebeldía a su porte. Pero eran sus manos, con venas marcadas como mapas de una vida de lucha, las que me atraían de manera inexplicable. Cada vez que se movían en el aire para enfatizar una historia o reposaban en la mesa, era como si contaran una historia propia, una narrativa de fuerza y determinación.

No podía negar el efecto que el vino había tenido en mí, aflojando las barreras que normalmente mantenían a raya mis emociones más profundas. Pero, ¿era solo el vino? La camisa desabotonada de Adam revelaba un atisbo de su pecho, una invitación visual que me incitaba a explorar más allá de lo profesional, más allá de lo permitido.

DEFENDIENDO A UN CRIMINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora