7° CAPÍTULO

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Al llegar al taller, Tomoe que era el joyero real, le hizo una reverencia, mostrando así sus saludos y respeto al Príncipe.

-- ¡Tomoe!, .... ¿Ya lo tienes listo? _ Pregunto el Príncipe emocionado.

-- Majestad, esta todo lo que me pidió, el collar, las pulseras y los anillos, .... Y déjeme decirle que le dedique toda mi atención a la fabricación, de estas joyas _ Dijo el Joyero, mientras le entregaba un cofre bellamente bañado en oro con incrustaciones de piedras preciosas.

-- ¿De verdad?, .... ¡Gracias Tomoe!, .... ¡No sabes lo feliz que me hace saber eso!

-- ¡Bueno mi Príncipe!, .... Es mi trabajo, siempre hacer bonitas joyas.

-- ¡Si!, Pero, estas joyas no son simplemente un regalo cualquiera, .... Estas joyas son muy especiales, .... Son para la hermosa Princesa Serena.

-- Lo sé, lo sé, Majestad, .... Es por ello que les preste más atención a ellas.

-- Bueno, como ya tengo lo que deseaba, .... Yo me retiro, gracias por todo esto Tomoe.

-- ¡Hasta luego mi Príncipe, y suerte con la Princesa!

Diamante, al escuchar lo último, no le dijo nada y solo sonrió marchándose.

En cambio, el joyero, que sabia muy bien cual era el plan del Príncipe, elevo una plegaria a Horus, para que pueda ayudar a los Príncipes con su pequeño romance.

Diamante que aun estaba de camino hacia el pequeño jardín, observo que la ausencia de sus tíos, era muy notoria en el palacio.

Como siempre, sus tíos habían ido a pasar unos días a solas al Nilo. Costumbre que lo hacían desde mucho antes del nacimiento de su única hija, y como ahí se contaba con un pequeño Palacio, eso facilitaba la estadía de los monarcas.

En su habitación, Serena se alistaba con los mejores vestidos y joyas que poseía, ya que deseaba tener un momento muy especial con su prometido Diamante; ignorando totalmente la fiesta que este le había preparado.

En su habitación, Serena se alistaba con los mejores vestidos y joyas que poseía, ya que deseaba tener un momento muy especial con su prometido Diamante; ignorando totalmente la fiesta que este le había preparado

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Imagen de como esta vestida Serena.

Mirando su reflejo por una última vez, y asegurándose que todo estuviera bien, la rubia salió de sus aposentos y se fue en busca de su prometido.

Estuvo buscándolo, por los lugares que eran muy habituales por él, pero no lo hallaba, así que muy triste por no encontrarlo, decidió ir hacia el jardín, para así disipar un poco su desilusión.

Pero al momento de llegar, su rostro de desilusión cambio por uno de satisfacción y alegría.

Ya que, al medio del jardín, en donde estaba la pileta de su madre la Reyna Ikuko, se encontraba un arrodillado Diamante muy sonriente, y en sus manos extendidas se hallaba un cofre.

Ya que, al medio del jardín, en donde estaba la pileta de su madre la Reyna Ikuko, se encontraba un arrodillado Diamante muy sonriente, y en sus manos extendidas se hallaba un cofre

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