Capítulo 5.

1.7K 203 5
                                    

La rubia no se hizo de rogar y enseguida volvió a atacar esa adictiva y seductora boquita. Juliana se dejó llevar por los labios de Valentina, siguiendo el ritmo que esta imponía, pero sin dejarse dominar del todo. Aún tenía una pizca de orgullo que defender.

Un jadeo apenas disimulado se le escapó cuando las manos de la más alta se colaron por debajo de su camisa sin mangas. El tacto ajeno sobre su piel provocaba que una sensación de cosquilleo naciera de donde las mismas caricias le hacían y terminaran por invadirle todo el cuerpo; solamente provocando que una nueva ola de deseo y expectación viniera a apoderarse de todos sus sentidos.

Las manos de Valentina dejaron su posición por debajo de su camisa al mismo tiempo que el beso que mantenían hasta el momento volvió a romperse y su rostro bajó hasta el cuello de la menor para comenzar a besarla con parsimonia y, por qué no, dejar una que otra linda marca sobre el lienzo en blanco que representaba la piel de Juliana.

Los suspiros entrecortados que escapaban de la boca ajena sirvieron como incentivo para que continuara con lo que estaba haciendo y eso fue exactamente lo que se dedicó a realizar.

Los dígitos de sus manos se encargaron de sacar cada botón de su respectiva camisa y retirando el sostén negro hasta dejar el pecho de la contraria descubierto y a su merced. Entonces se aventuró a llevar sus besos más abajo, pasando por las marcadas clavículas de la pelinegra, mismas que mordió con ligereza antes de continuar con el descenso; y hasta llegar entre mimos de ese tipo a los pechos, de donde sobresalían dos pequeños botones rosados que se le antojaron simplemente apetitosos.

Valentina sonrió contra la piel de Juliana antes de atrapar el derecho con su boca mientras que el otro era atendido por su mano izquierda. Su lengua se encargaba de hacer constantes círculos alrededor de la areola mientras que sus dientes mordían de manera superficial; y su mano contraria jugaban con el otro pezón, tirando ligeramente del mismo, sin llegar a producir algo más que satisfacción en la dueña del cuerpo en cuestión. Cuando consideró haber estimulado lo suficiente el pezón derecho, invirtió posiciones con su mano, quedando ahora, el izquierdo en su boca.

Por su parte, Juliana se mordía los labios, ansiosa, en un intento fallido de acallar todos los sonidos que se empeñaban en querer salir de su boca costara lo que costara. Sus manos se encontraban hechas puños entre el cabello rubio de la ojiazul y su espalda se encorvaba cada que un escalofrío producto de las acciones de Valentina le recorría el cuerpo entero.

Para bien o para mal, la mayor se detuvo luego de un rato y se irguió sobre sus rodillas ante la mirada inquisitiva de la menor.

Valentina sonrió tirando el chaleco negro que segundos antes llevaba puesto al aire y se mordió el labio de forma tentadora. De igual manera, la camisa gris que traía no tardó mucho en desaparecer, siendo acompañada de su sostén negro, cinturón y pantalones, permaneciendo únicamente con los bóxeres oscuros Calvin Klein ceñidos al cuerpo y que solamente hacían que su erección fuera más notable.

Juliana tragó duro al ver el cuerpo perfectamente trabajado de la chica y casi que por inercia se pasó la lengua por los labios en un claro signo de anhelo, al tiempo que su coño húmedo palpitaba ansioso dentro de sus pantalones.

Joder...ni todo el alcohol que había ingerido le aturdió tanto como la vista de la chica frente a sí.

Sus ojos vagaron por toda la anatomía ajena, deleitándose con la imagen que tenía enfrente hasta que sus ojos chocaron con un par de orbes azules que la miraban con incluso más deseo de lo que ella lo hacía.

Y una vez más terminó por perderse en esos ojos azules.

No opuso resistencia cuando la chica llevó sus manos a sus pantalones y desabrochó tanto el botón como la cremallera para poder bajarlos, sino que al contrario, ella misma levantó las caderas para facilitarle el trabajo de eliminar la —ahora— fastidiosa prenda, quedando en esta ocasión Valentina en medio de las piernas de Juliana.

Las dos permanecieron un par de segundos admirando el físico de la otra hasta que la enorme necesidad de tocar se hizo presente con un fuerte tirón directo en sus entrepiernas para incitarlas a seguir aquello que todavía no concluían como era debido.

Valentina volvió a inclinarse sobre el cuerpo de su amante morena para besarla de una manera un tanto más calmada que las veces anteriores, logrando que involuntariamente, ambos sexos se friccionaran por sobre la fina tela de las prendas que quedaban.

–¿Tú has... hecho esto antes? —Juliana se la pensó un poco antes de decidirse a responder. Y es que era "virgen" pero pensó en la posibilidad de mentir y decir que sí, pero descartó la idea rápidamente. A fin de cuentas ¿De qué servía mentir? Su inexperiencia era palpable y la chica se iba terminar dando cuenta de todas maneras, así que más valía que lo fuera sabiendo desde un inicio.

Night Bar |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora