2.- Ensayos y cupcakes

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Mia

qui è il tuo ordinele (Aquí tienes tu pedido)—le digo a la chica que tengo en frente mostrándole una sonrisa—¡divertiti! (¡Qué lo disfrutes!)

La chica me devuelve el gesto antes de agradecerme en italiano y tomar las bolsas con su pedido dentro. Sale por la puerta, dejando que la campanita suene detrás de ella. He aprendido a hablar italiano en estos tres años, y que bueno que lo hice, porque sino Cameron o Angela tendrían que reemplazarme en los pedidos.

—Creo que vamos bien con los pedidos ¿no crees?—pregunta Angela mientras pone una bandeja de brownies en el mostrador de vidrio. Una de sus mejillas está manchada de chocolate.

Hago una mueca mientras muerdo mi pluma y veo la libreta frente a mí. Un hábito que tengo desde la secundaria.

—Supongo que si—respondo escribiendo una palomita al lado del nombre de un cliente, que había pedido cincuenta cupcakes para el cumpleaños de su hijo pequeño.

La campanita vuelve a sonar, haciendo que asome mi cabeza para ver al nuevo cliente y me encuentro a un chico de cabello castaño claro.

—¡Cameron!—exclamo dejando la pluma y la libreta en el mostrador y corriendo hacia mi mejor amigo.

Él me recibe con un abrazo y al finalizarlo, me revuelve el cabello. Es mi mejor amigo desde que he llegado a Italia, al igual que Angela. Básicamente, ellos dos me habían ayudado a salir adelante...aunque algunas veces yo tuviera que ayudarlos. Se podría decir que nos ayudamos mutuamente.

—¿Está Angela?—pregunta rascándose la nuca mientras dos puntos rojos aparecen en sus mejillas.

—Si—respondo guiñándole un ojo antes de volver al mostrador.

Cameron ha estado enamorado de Angela en secreto desde que la conoció, pero no sabe como decírselo, así que prefiere mantenerlo en secreto. Aunque muchas veces sus sonrojos y sus risas tontas no le ayudan mucho. Vuelvo a tomar la libreta y la pluma mientras Angela entra en la sala.

—¿Ya he llegado a quien vamos a...? Ah, hola Cameron—dice la pelirroja interrumpiendo su pregunta y le planta un beso en la mejilla a mi amigo.

Las mejillas de Cameron se tornan rojas.

—¿Vamos a un lado mañana?—pregunta carraspeando. Rio internamente al notar lo nervioso que se ha puesto.

—Claro, ¿porque no?—respondo con una sonrisa.

—¿Y a donde?—pregunta Angela con una ceja enarcada.

—Al centro comercial—responde Cameron con una gran sonrisa; el sonrojo ha desaparecido en su mayoría—invitaré a mi primo que acaba de llegar de Londres

—Claro, ¿por qué no?—comento sonriendo. Miro la hora en el reloj de la pared y vuelvo a dejar a un lado mis cosas—iré por los niños, regreso enseguida

Tomo mi bolso y las llaves de la camioneta y antes de salir, me acerco al oído de Cameron.

—Intenta no sonrojarte mientras regreso—le susurro y él me fulmina con la mirada mientras yo le sonrío inocentemente y salgo de la tienda.

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