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La niña coloca el recipiente dentro del pequeño horno de juguete para después cerrarlo y sentarse en el suelo a esperar a que esté listo su postre; un minuto después, lo saca.
Aspira el aroma que emana de su postre, aunque solo tenga olor a plástico y sea de juguete. Al verlo, nota que falta algo en él: no, no es la decoración, ya le ha puesto demasiados brillos, y tampoco son los cubiertos, porque ya los tiene colocados encima del horno. Tarda unos segundos en saber lo que es.
—¡La leche!—exclama antes de echar a correr a la cocina. Al entrar, saca el envase de leche del refrigerador y se dirige a las alacenas. Intenta alcanzar uno de los vasos, pero no lo consigue; se para de puntitas, y esta vez logra tocar el vaso, pero al tomarlo, se le resbala de la mano y choca contra el suelo, haciéndose añicos.
—¡MIA!—exclama una voz masculina desde la sala, haciendo que la pequeña se exalte y corra hacia su habitación.
Rápidamente, abre las puertas de su armario y se esconde dentro, apartando las prendas que cuelgan de él. Junta sus piernas, las abraza, apoya su barbilla en estas y cierra los ojos con fuerza. El hombre vendrá a castigarla; probablemente le dará un golpe en su mejilla, como siempre hace cada vez que ella hace una de sus travesuras.
Escucha como la puerta se abre, y contiene la respiración.
—¡SÉ QUE ESTÁS AHÍ!—vuelve a exclamar la voz del hombre, esta vez más fuerte. Los ojos de la pequeña se comienzan a llenar de lagrimas.
Las puertas del armario se abren, haciendo que suelte un chillido. Dos manos comienzan a apartar las prendas, buscándola, mientras ella solloza fuertemente...
Cuando por fin no queda ninguna prenda, ella ve el rostro del hombre. Pero ya no es un hombre. Ahora es un chico, mucho más grande que ella, aunque no demasiado; tiene el cabello rubio y unos ojos azules resplandecientes, que hacen que sus sollozos desaparezcan completamente al verlos.
—Sabía que estabas aquí—le dice el chico mostrándole una sonrisa amigable, pero se desvanece en cuanto ve el rostro lleno de lagrimas de la castaña—¿Te encuentras bien?
....
MiaAbro mis ojos. Puedo oír los rápidos latidos de mi corazón y mi respiración acelerada; intento calmarme inhalando y exhalando lentamente, mientras mi vista comienza a nublarse a causa de las lagrimas. Me aferro a lo primero que tengo cerca de mí y cuando lo hago, escucho un gruñido. Levanto mi vista y veo que Niall comienza a abrir sus ojos. Cierro los míos con fuerza y trago el nudo que se está formando en mi garganta.
—¿Mia?—pregunta la voz de Niall en un susurro, mientras yo suelto lentamente su camisa—¿Mia?
La imagen de la pequeña niña escondida en el armario se queda grabada en mi mente por unos segundos, haciendo que el nudo en mi garganta aparezca de nuevo. "No otra vez" pienso mientras mis ojos se llenan de lágrimas "Por favor, no otra vez".
—¿Estás bien?—vuelve a preguntar, aún susurrando. Levanto mi cabeza y me encuentro con sus ojos azules, haciendo que el sueño reaparezca en mi mente; las lágrimas amenazan en salir de mis ojos.
Sin darme tiempo a responder, me atrae hacia él y me rodea con sus brazos. Comienzo a sollozar en cuanto lo hace. Rodeo torpemente su cuello mientras las lágrimas recorren mis mejillas y los sollozos inundan mi habitación. Mientras Niall acaricia mi espalda, recuerdo el final del sueño, en donde una versión adolescente de él aparece, y mis sollozos se convierten en llantos. Unos minutos después, mi respiración se tranquiliza, y noto que los latidos de mi corazón también. Los llantos finalmente desaparecen mientras apoyo mi cabeza en su hombro.
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Back for you
RomanceA los 16 años, Mia y Niall tienen mellizos. Pero por alguna extraña razón, Mia se va del país llevándose consigo al pequeño James y dejando a cargo a la pequeña Emma con su padre. Al pasar cuatro años, los pequeños comienzan a cuestionar porque no...