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habiamos llegado a Japón hace tal vez dos horas, seguiamos en el aeropuerto esperando a que mis abuelos vinieran a recoger al equipo de fútbol y sus recambios - si, hablo de nosotros-. estaba cansado, sudado y estresado, solo queria recostarme en algún lado y dormitar para poder solucionar mis problemas.

— vamos Akire, cambia esa cara, estamos literalmente al otro lado del mundo y tu estas con un rostro mostruoso.— Daiki cerró su bocota rápidamente al ver como de un rápido movimiento lo agarre de las greñas para que me mirara.

— ¿te crees que estoy de humor para tus mierdas, eh?— la mirada y el aroma agrio que solté al momento de recitar mordazmente algunas palabras a la victima lo hicieron tragar saliva ruidosamente y deshacer una carcajada nerviosa.

— ya, perdón.

solté rápidamente su pelo después de escuhar lo que quería, acaricié su pelo un par de veces y me fuí a sentar con Rosie, la cual estaba acostada en los sillones del aeropuerto arropada con una manta de hello kitty.

suertuda.

escondo algunos mechones de cabello detrás de su palida oreja y recojo su peluche de Kiki, seguramente dormida se le cayó.

miro de reojo como papá cuelga la llamada y guarda su telefono en el bolsillo de su pantalón.

sigo enojado con él.

— ya nos vamos, llegaron los abuelos.— suelta rápidamente cuando llega a mi lado, no contesto.

— ¿vas a seguir sin hablarme?— suelta indignado, yo no me inmuto y haciendo oidos sordos, sigo sin responderle

silencio.

— Akire por el amor a Dios, esto es una tonteria.— echo un grito ahogado de pura indignación, mis ojos se cristalizan rápidamente, para después soltar con toda la amargura del mundo un simple:

— perdiste mi muñeco de cinnamoroll papá.— inspiro profundamente y doy un pisotón al suelo como un crio malcriado— te lo pasé para que lo cuidaras veinte minutos para ir a comprar algo de comer, ¡VEINTE MINUTOS Y LO PERDISTE ANTES DE TOMAR EL AVIÓN!

¿qué si por eso estaba de malhumor? si, ¿y qué?

mi papá suelta un sonoro suspiro y presiona levemente con dos de sus dedos el puente de su nariz.

Kiri, te dije que apenas llegáramos a Japón te compraría otro.— un mohín en mis labios resalto mi cara.

— que sean dos, no hay objeciones.

después de discutir un poco más con papá sobre los muñecos de sanrio —si, van a ser dos— nos dirigimos a las puertas de salida del aeropuerto donde mis abuelos nos recogerían y darían la bienvenida

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después de discutir un poco más con papá sobre los muñecos de sanrio —si, van a ser dos— nos dirigimos a las puertas de salida del aeropuerto donde mis abuelos nos recogerían y darían la bienvenida.

— oh mira, ahí están.— alzo mi cabeza para ver como tia Aiko apunta a un par de personas al lado de una van, quiénes rápidamente al vernos agitan efusivamente sus manos.

mango con petazetas | shinichiro sanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora