— entonces, ¿los estudiantes no están de vacaciones?— bajo la cuchara con la que estaba comiendo mi flan.
han pasado dos meses desde que nos mudamos a Japón, realmente nada interesante ha pasado en este último tiempo, tampoco hemos visitado a profundidad la ciudad y sus alrededores, la mudanza y demás ha sido fatigador.
— los institutos han abierto hace una semana, creo que un poco más.— papá responde levantándose del sillón y acomodandose la corbata, hace una corta caminata hacia la cocina y cuando vuelve me fijo que entre sus dientes hay una tostada.
— ¿por qué tan arreglado? digo, no está demás acicalarse de vez en cuando, a veces cuando sales pareces cualquier cosa, asique supongo que debe haber un motivo para que te coloques un terno.— una sonrisa gatuna se enpalma en mis labios, papá me ignora olímpicamente y camina hasta la puerta para colocarse sus zapatos, lo sigo detrás cómo un patito siguiendo a su madre -pero como no tengo, entonces, siguiendo a mi padre- y cuando se sienta en la escalera que hay frente a la puerta y la que da paso al relleno de la casa me subo encima suya para seguir fastidiandolo y hacer que responda a mi pregunta.
— iré a inscribirte a tí y a tus primos al instituto, pesado.— mi procreador se levanta, aún conmigo en su espalda a lo que me suelto de él rápidamente y al sentir la madera entre mis pies me pongo frente suyo.
— bien, pero quiero mi besito de despedida.— colocando mis manos detrás de mi espalda, inflo mis mejillas y bato mis pestañas.
escucho su risa nasal por un par de segundos, sin embargo, se agacha un poco para dejar pequeños besitos en mi mejilla derecha.
yo me rio y engancho mis brazos en su cintura para apretarlo en un amoroso abrazo.
mí papá es increíble
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papá ya se habia ido, solo quedábamos rosie y yo, los demás se desaparecieron de un momento a otro, con la excusa de hacer una pequeña ruta en el pueblo.
ja, patrañas.
solo eran unos par de cobardes que no querían estar a la hora que despertara mi adorable hermanita.
suspiro con cansancio y camino a la cocina a pasos perezosos, cuando entro al cuarto de comida, me ahínco frente a unos de los estantes y me quedo un momento así, arrodillado y pensando que paquete de galletas comer.
¿galletas de chocolate o coco?
frunzo el ceño y llevo mi mano a mi oreja para frotarla reiteradas veces.
a la mierda, me llevo los dos y qué.
agarro los dos paquetes de galletas y camino apresuradamente por las escaleras después de salir de la cocina, doblo a la izquierda y abro la puerta de la habitación de mi bonita Rosie, la visualizo durmiendo en la alcoba de papá y a pequeños pasitos camino a la cama.
