XVI. Eternidad

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La noche había pasado con la serenidad que la región ofrecía, aparte de la sensación reconfortante del calor entre su pecho producido por su pareja que le hacía sentir como en un verdadero sueño.

Zhongli era de expectativas altas, era un tipo de persona que siendo sinceros, no a todos les caería bien por las exigencias que su presencia conllevaba.
Comida, té, joyería, flores, todo, Zhongli era particular en todo y eso le hacía que lloviera muchas críticas hacia el.
Sorprendentemente eran más las cosas buenas que malas, su gente era amable con el ya que lo conocían perfectamente por que era difícil olvidar que el señor con ropas excéntricas le gustaba agregar o quitar ciertas y específicas cosas siempre a lo que pidiera.

Pero ahora que estaba en terreno desconocido no sabía cómo iba a ser tratado o como tratar a la gente.
Claro, siempre con cortesía y con gentileza, siendo sincero pero sin llegar a molestar más allá de sus gustos exigentes.

—Deberías dormir un poco más cariño, es bastante temprano y tal vez necesites disfrutar un poco más de la cama después de un tiempo en barco.

—En cuanto te vayas puedo hacerlo, realmente no estoy cansado pero si me quedaré acostado hasta que termine de amanecer

Zhongli le miraba caminar a Childe un tanto apurado, sacando cosas de su equipaje que debía llevarse con el.

Por lo que había contado, el se encargaba de la exploración de los lugares antes de exponer a sus camaradas ante un posible peligro, no es que no confiara en ellos, pero "Preferimos no reportar bajas".
Aquellas habían sido sus palabras cuando le preguntó si tenía que ser necesario que se expusiera de esa forma, seguido de un rotundo si.

—Nos veremos más tarde maestro Zhongli.

Y antes que se marchará se acercó a dar unos cuantos besos en sus labios y un par en su frente, el podría quedarse si no fuera una orden superior.

Tiempo después salió por la puerta dejando a él de cabellos oscuros sentado en la cama, esperaba no sentir que pudiera estar en peligro.

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Diez de la mañana, suficiente tiempo había estado en la cama, dormido por el cansancio mental que la preocupación le daba.
Sabía perfectamente que tipo de chico era Childe, un perfecto asesino que estaba dispuesto a todo con tal de pelear con un digno oponente.
Pero le daba miedo que en alguno de sus enfrentamientos el contrincante lo hiriera.
La primera vez que le vio desnudo no pudo evitar ver la cantidad de cicatrices que su cuerpo tenía, acarició cada una con amor y prosiguió sus actos, imaginando las circunstancias en las que había sido hechas aquellas marcas de por vida.
Le preguntaría después la historia de cada una de ellas, sonaba a alguna aventura riesgosa en la que acababa entre alguna batalla con cualquier bestia rara.
Las más grandes se imaginaba que tenía que ver con algo más peligroso aún, claramente.
No se obtenían cicatrices de ese tipo de la nada o con un golpe pequeño.

Un suspiró sobresalió de sus labios cuando miró por la ventana de mediano tamaño que el sol ahora ponía de un color celeste el cielo, miró la limpieza de este unos minutos, recordando, era lo que mejor sabía hacer.
Vivir de sus recuerdos mientras él mundo corría a su alrededor.
Hasta que una pregunta asalto su mente, alojándose ahí por unos minutos.
¿Recordarás a Childe en el futuro?
Por supuesto y espera recordar la belleza del hombre cautivo en su mente, desea verle feliz, seguir viendo como sus ojos se llenan de calidez una vez está con él, sabe que no volverá a ver el brillo que cualquier persona tendría, pero es lo que lo enamora más, la profundidad del color azulado semejante a las profundidades del mar, ese gran abismo lleno de seres incomprensibles.
Pero... ¿Recordar significa verlo morir?
Siendo sinceros, sabía cómo funcionaba el cuerpo humano, de eso no cabía duda, era débil en comparación a otras criaturas, era débil en comparación a un dios como lo era el y aun así, varios calleron ante su lanza... Guizhong calló ante la guerra.
La última imagen que tuvo de su anterior amada había sido la de sus finas vestimentas blancas y pulcras, llenas de Icor, su tez pálida y sus ojos vacíos.
Había visto gente, animales, criaturas, dioses, adeptus morir ante el, pero el golpe que le había dado la muerte de ella lo hacía sacado de sus cabales.
¿Sucedería con Ajax? Sabía los riesgos que cruzaba su actual amor, sobre todo que disfrutaba de ello, tanto así que no media el peligro como alguien sensato y normal, el lo media de forma que entre más peligroso fuera, más emocionante sería.
Eso lo ponía en la cuerda fina y delgada de la muerte y la vida.
No quería verlo morir, no resistiría otra perdida como la de él y menos sabiendo todo el actual amor que le tenía.
Confuso, aveces con necesidad extrema de declararselo y otras veces con la necesidad de guardarselo ya que no entendía el nivel que era correcto y el que pasaba a la imprudencia.

Kiss me More - Tartaglia x Zhongli (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora