Capítulo 23: Hasta la tumba

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Me gustaría saber que traman ustedes dos.

El pequeño rubio de seis años le miró con pánico, tomando con fuerza la bandeja con galletas entre sus manos. Sus rojas mejillas se inflaron, esperando no recibir un regaño de su parte. Kreacher también había volteado a mirarle con temor, para luego fingir ser totalmente ajeno a lo que sucedía en aquel jardín.

—Vamos, sabes que no puedo enojarme contigo, Draco, ¿qué estaban haciendo? —sonrió, inclinándose para quedar a su altura, quedando frente a frente, quizás Draco un poco más arriba. El menor sonrió con diversión, extendiendo la bandeja hacia él.

—Las hice con Kreacher. Él dijo que nunca me hubieras dejado entrar a tu cocina, pero lo logré convencer —sonrió aun más ampliamente, tomando una de las galletas para dejarlas frente al rostro del mayor, que sonrió también mientras tomaba las galletas con una enorme alegría.

—¿Las hiciste tu? ¡Están deliciosas!

Draco negó sonrojado por lo que se supone era un alago para él, aún así no pudo evitar sentirse alegre después de escucharlo.

—Las hizo Kreacher, yo solo ayude con las chispas de chocolate —murmuró algo decepcionado de sí mismo. Regulus se levantó, tomando la bandeja para dejarla sobre la mesa del jardín, después tomo a Draco en brazos, llevándolo otra vez hacia dentro de casa.

—Bien, Narcisa nos matará cuando se entere de que entraste a la cocina, pero no creo que sea necesario decirle algo sobre esto —dijo inocentemente. Draco rió, tapando su boca con una mano y con la otra la del mayor, señal de que sería un secreto entre ambos. Regulus asintió encantado, estando completamente de acuerdo. Se llevarían ese secreto a la tumba, expresión popular en el vocabulario de Draco.

Era divertido, pero no lo sería por siempre, Y Regulus tenía que vivir recordándolo todo el tiempo.

°°°

Dejo caer su cabeza en el hombro de Harry, quizás esperando a que alguien le dijera que todo era una pesadilla, o uno de esos sueños que empiezan mal y terminan bien.

Se había cansado de llorar y de lamentarse. Necesitaba que alguien le dijera que Regulus estaría bien, pero en realidad no le había permitido a nadie decirlo, porque sabía que era mentira. Lo peor fue notar que cada minuto que pasaba era un paso más cerca del precipicio.

Harry estrechaba sus hombros y besaba su frente. Eso lograba calmar la tensión en su cuerpo de alguna forma, pero no era lo suficiente para calmar su mente. Sabía de ante mano que era difícil calmar su pensar cuando comenzaba a divagar de esa manera tan dolorosa, en donde su corazón latía con fuerza e intentaba mantenerlo con vida.

Remus y Sirius estaban en los asientos en frente de ellos, ambos sumergidos en sus propios pensamientos. Draco pensaba que todo hubiera sido mejor si nunca se hubiera hecho notar ante el profesor, quizás seguiría cuidando de Regulus de la misma manera que hacía antes de tener a Harry como su compañero de tareas. Después de eso volvían las ganas de llorar, haciéndolo recordar que nunca se hubiera dado el tiempo de conocer a Harry si las cosas hubieran sido distintas. Y por mucho que pensara que quizás conocerlo mejor había sido el problema, nunca se arrepentiría de haber correspondido el primer beso ni de haberlo comenzado a querer tanto.

Cuando sintió que las manos de Harry detenían sus caricias, levantó la mirada, el medimago que atendia a Regulus estaba ahí parado, mirando una de esas tablas de madera en sus manos antes de devolverles la mirada. Sirius fue el primero en levantarse junto a Remus. Harry seguía manteniendo sus brazos alrededor de él cuando le ayudo a levantarse.

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