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CÓMO TERMINÓ LA AVENTURA

-Mirar ¿qué? -inquirió Edmund.

-Mirad el emblema que aparece en el oro -respondió Mariam-.

-Es un martillo pequeño con un diamante encima como si fuera una estrella -dijo Drinian-. Caramba, yo he visto eso antes.

-¡¿Lo has visto?! -exclamó Caspian-. Pues claro que lo has visto. Es el símbolo de una gran casa narniana. Es el brazal de lord Octesian.

-Canalla -increpó Reepicheep al dragón-, ¿has devorado a un lord narniano?

Pero éste negó violentamente con la cabeza.

-O tal vez -intervino Lucy- sea lord Octesian convertido en un dragón; por culpa de un hechizo, ya sabéis.

-No tiene por qué ser ninguna de las dos cosas -dijo Edmund-. Todos los dragones coleccionan oro. Sin embargo, creo que podemos suponer, sin temor a equivocarnos, que Octesian no fue más allá de esta isla.

-¿Eres lord Octesian? -preguntó Lucy al dragón, y luego, cuando éste meneó la cabeza tristemente-. ¿Eres alguien hechizado... alguien humano, quiero decir?

El animal asintió con energía.

Y entonces alguien preguntó, aunque los marineros no se pusieron de acuerdo luego sobre si fue Lucy o Edmund quien lo preguntó primero:

-¿No serás... no serás Eustace, por casualidad?

Y Eustace asintió con su terrible testa draconiana y golpeó con la cola en el suelo y todos dieron un salto atrás (algunos de los marineros con exclamaciones que no pienso poner por escrito) para esquivar las lágrimas enormes y ardientes que brotaron de sus ojos.

Lucy se esforzó por consolarlo e incluso se armó de valor para besar su rostro cubierto de escamas, y casi todo el mundo dijo: «Mala suerte» y varios aseguraron a Eustace que todos estarían siempre a su lado y muchos dijeron que sin duda existiría algún modo de desencantarlo y que volvería a estar perfectamente bien en un día o dos.

Y desde luego todos se mostraron muy ansiosos por escuchar su historia, pero él no podía hablar. En más de una ocasión, en los días siguientes intentó escribírsela en la arena; pero jamás lo consiguió.

Para empezar, Eustace, que jamás había leído los libros apropiados, no tenía ni idea de cómo contar historias. Y aparte de eso, los músculos y nervios de las zarpas de dragón que tenía que utilizar no habían aprendido a escribir y tampoco estaban pensados para hacerlo.

Como resultado jamás consiguió llegar hasta el final antes de que la marea subiera y borrara todo lo escrito excepto los pedazos que él ya había pisoteado o eliminado con un movimiento de la cola. Y todo lo que habían podido ver era algo parecido a lo siguiente (los puntos corresponden a las partes que él mismo había emborronado):

FIU A DORM... RONES AGONES QUIERO DECIR CUEVA DRANGONES POQUE ESTABA MUERTO Y OVIA MUCH... AL DESPERTAR Y NO PU... SACAR DE BRAZO MALDICIÓN...

De todos modos, resultó evidente para todos que el carácter de Eustace había mejorado mucho tras haberse convertido en dragón. Éste se mostraba ansioso por ayudar.

Sobrevoló toda la isla y descubrió que estaba llena de montañas y habitada únicamente por cabras monteses y piaras de cerdos salvajes; de estos últimos trajo muchos, ya muertos, para aprovisionar el barco.

Mataba de un modo muy piadoso, también, ya que podía matar a un animal con un golpe de la cola de modo que éste ni siquiera se enteraba de que lo habían matado (y presumiblemente sigue sin saberlo).

²𝗟𝗢 𝗤𝗨𝗘 𝗥𝗘𝗔𝗟𝗠𝗘𝗡𝗧𝗘 𝗙𝗨𝗜𝗠𝗢𝗦||ᴱᵈᵐᵘⁿᵈ ᴾᵉᵛᵉⁿˢⁱᵉ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora