LG | ❝Love grows where my Rosemary goes❞
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La familia Wilson no era una familia común. Todo el mundo que los veía sabía eso. Nadie sabía si era su belleza innegable, la buena energía que transmitían o el mister...
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iv. finally
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Mackenzie corría por los pasillos de la escuela con emoción, pero con una mezcla de desesperación por estar frente a humanos y no poder usar su supervelocidad para encontrar a Alice. Se detuvo abruptamente y respiró de manera profunda, y al detectar el peculiar olor que la pequeña vampira desprendía volvió a trotar hasta la cafetería. No había visto a la vidente por la mañana, y no pudo verla durante la noche debido a que se había ido junto a Jasper a cazar y Emmett le dijo que no volverían hasta por la mañana, por lo que se retiró de la casa de los Cullen junto a Bethany y Cassandra con decepción por tener que esperar hasta el instituto para hablar con Alice.
Llegó al lugar más concurrido del instituto durante la hora de la comida y trató de localizar a la vampira que podía ver el futuro. Al verla, caminó tan rápido como su interpretación de humana le permitió hasta la mesa donde se sentaban los hijos del clan Olímpico. Dijo el nombre de Alice justo antes de estar frente a ellos, y cuando estuvo al lado de la vidente se arrodilló frente a ella y juntó sus manos bajo su barbilla. Varias personas de la cafetería la miraban con atención.
—Mi hermosa, hermosa Alice, por favor, te lo suplico…
—¿Vas a pedirle matrimonio? —preguntó Emmett con burla. Mack lo calló con una sola mirada y volvió a dirigir su vista hacia la vampira.
—Por favor. ¿Podrías decirme qué tiempo hará el día seis de febrero en Jacksonville, Florida? —susurró para que nadie más a parte de ellos la escuchara. Oyó una risa y miró a Edward— No te rías Charles Xavier, esto es serio.
—No hacía falta que te arrodillaras, Mack. Lo iba a hacer si me lo hubieras pedido de una manera más normal. —le dijo Alice tan sonriente como siempre.
—¡Es dramática por naturaleza! —le gritó John desde la mesa en la que estaba sentado junto a los demás Wilson, estaba justo en frente de la de los cullen solo que a unos pocos metros de distancia.
—¡Vete a la mierda, capullo! —Mackenzie le sacó el dedo corazón a su hermano, y sin mirarlo, supo que él le había devuelto el gesto.
Se levantó y se sentó sobre el borde de la mesa esperando a que Alice hiciera uso de su don. La vampira cerró sus ojos y se concentró. Todos la miraban atentamente, excepto Edward, quien se tapaba los oídos en un intento fallido de no oír los abrumadores pensamientos de Mackenzie. Alice abrió los ojos con su característica sonrisa.
