LG | ❝Love grows where my Rosemary goes❞
━━━━━
La familia Wilson no era una familia común. Todo el mundo que los veía sabía eso. Nadie sabía si era su belleza innegable, la buena energía que transmitían o el mister...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
oo. forks
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ser parte de la familia Wilson no era tarea fácil. Porque su condición los obligaba a mudarse de los pueblos cada cierto tiempo. No eran nómadas pero tampoco podían quedarse en un lugar permanentemente.
Sin embargo, eso no suponía un problema para ellos. Porque ellos amaban viajar por encima de todas las cosas. El tiempo máximo al que podían permitirse estar en un lugar eran diez años. Noruega era un lugar muy bonito, pero el tiempo límite se había expirado y en consecuencia debían cambiar de estado.
Las maletas estaban guardadas en los coches y los muebles en su sitio dado que se quedarían en aquella casa. La cual ya habían vendido para poder recuperar el dinero que habían invertido en construir otra en su próximo lugar de residencia.
Su nueva estancia estaba en un pueblo de Washington llamado Forks, en Estados Unidos. Lo habían elegido por tener una gran probabilidad de tener muchos días nublados, lo cual era perfecto para que nadie descubriera lo que realmente eran.
—Mack, bájate ya. —le pidió su hermano Zack.
—No, estoy cansada. —se quejó ella cual bebé enfadado.
Él la acomodó mejor para que descansara sobre su espalda hasta que de repente cayó en una cosa muy importante sobre la chica.
—¡Eres una vampira, no puedes cansarte! ¡Bájate! —exclamó sacándola de encima de su espalda.
La chica bajó de mala gana y se cruzó de brazos como una niña pequeña con una pataleta.
—Pensábamos que no te darías cuenta. —se burló John desde el umbral de la puerta principal de la casa.
Zack se acercó a su hermano en un parpadeo y ambos comenzaron a pelear e intentar tirar al suelo al otro. Eveline salió de la vivienda y aplaudió llamando la atención de ambos chicos.
—¡Eh! La casa debe estar intacta para que los nuevos residentes la disfruten. —su tono autoritario logró que ambos jóvenes pararan y alzaran sus brazos con inocencia.
