LG | ❝Love grows where my Rosemary goes❞
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La familia Wilson no era una familia común. Todo el mundo que los veía sabía eso. Nadie sabía si era su belleza innegable, la buena energía que transmitían o el mister...
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Había momentos en los que la familia Wilson se quedaba sin ideas nuevas, o ya habían explotado mucho las antiguas para pasar las largas noches hasta que volvía a amanecer. Eran las nueve de la noche y el Sol ya se había ocultado hacía varios minutos. Mackenzie estaba frente al armario de su habitación donde guardaba los objetos de ocio, ya fueran los juegos de mesa, o bien los juegos en los que debías hacer algo de actividad física.
Sonrió abiertamente cuando encontró una caja de cartón muy colorida en el fondo del armario. Era un juego al que llevaban mucho tiempo sin jugar y por eso no estaba tan a la vista, pero sin duda les entretendrá durante toda la noche. Bajó las escaleras de la casa con la caja entre las manos y una sonrisa traviesa plasmada en su rostro. Cassy, Betty, Zack y John estaban en el salón, las dos primeras leyendo y los dos últimos jugando a las damas. Eva estaba con el portátil en la isla de la cocina y Will estaba escribiendo en su libreta los diagnósticos de sus pacientes. Se acercó al reproductor de CDs que había en el salón, colocó un CD en el compartimento adecuado y le dio al botón del play.
Little Bitty Pretty One de Thurston Harris comenzó a sonar llamando la atención de todos los Wilson. Mackenzie dejó la caja en el mueble de al lado y comenzó a bailar por todo el salón. Y para sorpresa de todos, John fue el primero en unirse a su hermana para tocar las palmas al ritmo de la canción.
Eveline cerró el portátil y deshizo su moño dejando su cabello suelto para después unirse a la fiesta con sus hijos. Zack no pudo resistirse y arrastró a su esposa con él. La siguiente persona en unirse fue William quién bailó junto a Eva chocando sus palmas al ritmo de la música. Mack agarró las manos de Cassy, quién estaba sentada en el sofá viendo con diversión lo mal que si familia bailaba. Cassandra refunfuñó, ya que tenía que dejar el capítulo que estaba leyendo a medias, más no se negó a ser arrastrada hacia el centro del salón, el cual se convirtió en una pista de baile improvisada.
Los Wilson disfrutaron de la animada melodía. A pesar de poder vivir toda la eternidad y crear y memorizar nuevos recuerdos, les encantaba disfrutar de las más pequeñas e insignificantes situaciones como esta.
